A menudo pensamos en el destino como un mecanismo complejo y lo imaginamos como un laberinto construido por un Dédalo siniestro. Pero la verdad es que el destino no es otra cosa que una cadena atada al piñón de una bicicleta y el laberinto es apenas una colonia cualquiera. Esto lo hemos comprobado con esta serie de fotos tomadas en Google View Street, donde dos usuarios de la bici estaban sin buscarse aunque sabiendo que andaban para chocarse.
La intersección de estas dos trayectorias, en apariencia ajenas, tuvo lugar en las calles de la ciudad de León, Guanajuato, en México. Se ha vuelto viral desde que alguien se dio cuenta de esta secuencia encantada que ejemplifica cómo funcionan los encuentros inesperados, pues muestra cómo doblar la esquina de una calle puede significar dar con el cielo o con el infierno. Así es, un simple giro de manubrio te puede llevar a parajes insospechados.
En este caso, lo único doloroso fue el choque entre los ciclistas, pero luego de ello, no hubo bronca. Al contrario, ambos varones se ayudaron a pararse, se disculparon y parece que se hicieron amigos. Al fin y al cabo, la identificación a través de la bici es algo genial, sobre todo cuando no eres un m*mador de ruta, sino un trabajador cuyo transporte de dos ruedas te es indispensable todos los días.
https://twitter.com/Don_Favs/status/1588012801339129860
Este choque de destinos ya ha llamado la atención de muchas personas en redes sociales y se ha vuelto viral porque fue captado desde la herramienta de Google que nos permite hacer recorridos virtuales por direcciones y calles que no conocemos y que nos permite ubicarnos.
La colisión de dos cuerpos también podría verse desde el punto de vista de la física y hasta alguno podría explicar todas las variables que llevaron a este choque, que de seguro acabará en caguamas banqueteras. Hay muchas analogías a la mano para describir el grato encuentro de estos ciclistas, pero la mejor, a nuestro parecer, es la historia de Jung, en la que una paciente sueña un escarabajo dorado y al día siguiente en consulta, un insecto choca en la ventana del consultorio, el psicólogo lo recoge y dice: “efectivamente, vamos por unas chelas”.
A veces necesitamos un golpe para conocer a nuestros mejores amigos, a las personas correctas, por esto no podemos dejar de citar un poema de Rubén Bonifaz Nuño que dice: “Poder decirte/ hermano mío si te encuentro./ Porque tú eres mi hermano. Yo te quiero”.