Se ha discutido mucho sobre si el comportamiento humano es simplemente un reflejo de la crianza que recibimos o si tenemos algunas conductas innatas que nos acompañan desde el momento de nuestro nacimiento. Esta historia sobre unos gemelos separados al nacer, además de ser emotiva y sorprendente, también nos demuestra que no todo depende necesariamente de la forma en que somos educados.
James Lewis fue adoptado cuando tenía solo tres semanas de nacido y llevaba una vida normal, hasta que a los 39 años recordó que en algún momento su madre adoptiva había mencionado “al otro bebé”, por lo que empezó a pensar que tal vez tenía un hermano. Acudió a la Corte de Sucesiones en donde tenían el registro de su proceso de adopción y descubrió que una mujer de apellido Springer había adoptado a su hermano gemelo, James Springer.
Lewis vivía en Lima, Ohio y Springer en Piqua, pero nunca habían tenido contacto, ni siquiera sabían de su existencia. Aquí es donde este caso se vuelve increíble, ya que además de las similitudes físicas, que de acuerdo a la ciencia pueden alcanzar hasta un 80 por ciento, tener un coeficiente intelectual similar e incluso hasta coincidir en opiniones políticas, tenían algo más en común.
Ambos fueron separados a las tres semanas de edad y Lewis recuerda que de niño tenía un perro llamado Toy, además de que en la escuela, sus clases favoritas eran matemáticas y el taller de carpintería. Al alcanzar la edad adulta, se casó con una mujer de nombre Linda, de la que posteriormente se divorció para contraer nupcias nuevamente, pero ahora con una mujer llamada Betty, con quien procreó a su hijo James Allan Lewis. Durante su vida trabajó como guardia de seguridad, tenía un auto Chevrolet y era fumador.
Springer recordó que cuando era un niño también tenía un perro llamado Toy y que sus materias favoritas en la escuela eran matemáticas y el taller de carpintería. ¡Un momento! Pero lo increíble no termina aquí. Además, se casó y divorció de una mujer llamada Linda y después se unió en matrimonio con una mujer llamada Betty, con quien tuvo a su hijo James Allan Springer. No, no parafraseamos el mismo párrafo y no es ninguna equivocación, sino que sus vidas eran idénticas.
Por si fuera poco, Springer también comentó que trabajó como guardia en la oficina del sheriff y sí, también le encantaba fumar y tenía un automóvil Chevrolet. Al momento de conocerse, ambos dijeron que de repente sufrían dolores de cabeza, acostumbraban morderse las uñas, fumaban la misma marca de cigarrillos y cada año pasaban sus vacaciones en la misma playa de Florida.
Esto llegó a oídos de Thomas Bouchard y su equipo de la Universidad de Minnesota, quienes desarrollaban una amplia investigación con gemelos desde 1979, precisamente para descubrir si la conducta tenía que ver solo con la crianza o había otros aspectos involucrados. Así que este caso representaba una maravillosa oportunidad para obtener información. Los dos gemelos, así como 186 parejas más fueron estudiados en el curso de 20 años.
El estudio evidenció el papel que juegan los genes en la conducta, que hasta el momento de mostrar los resultados había quedado en un plano mínimo, pues todo se atribuía a la crianza. A partir del trabajo realizado por Bouchard, los esfuerzos se han centrado en encontrar los genes específicos que guardan ciertas conductas y el caso de los James, sin duda fue de gran ayuda en todo esto. Por cierto, Lewis se divorció y se casó con una mujer llamada Sandy, aunque no se sabe si su hermano conoce a una mujer con ese mismo nombre…