La obsesión por lucir un cuerpo envidiable cada vez lleva a más personas a utilizar productos o métodos que sugieran mayor efectividad y en el menor tiempo posible, sin considerar los daños que pudieran causar en su salud.
Así lo experimentó el fisicoculturista de Rochdale, Inglaterra, Dean Wharmby, quien perdió la batalla contra el cáncer causado por el abuso de esteroides, combinado con una dieta de 10 mil calorías basada en pizzas, hamburguesas y sándwiches de tocino que ingería diariamente, así como ocho latas de bebida energética cada dos horas.
Después de cinco años y medio de luchar contra el cáncer de hígado, finalmente murió a la edad de 39 años. Su obsesión por ganar volumen muscular para un físico perfecto lo llevó a su muerte.
Los primeros indicios de que algo andaba mal con su cuerpo fueron ratificados con el hallazgo de pequeños tumores alojados en el hígado, los cuales serían el comienzo de una larga lucha contra el cáncer. Hacia el final de su vida, Dean Wharmby adoptó un tratamiento de medicina natural.
“Me rehusé desde el principio. La razón fue que decidí mantener lo natural por sobre lo artificial, porque quería vivir no morir”.
Un año después, Wharmby tuvo éxito: el tumor había desaparecido, pero luego el viejo estilo de vida reapareció.
Su novia Charlotte Rigby admitió que cuando estaba conociendo a Wharmby hace ocho años, sospechaba que utilizaba esteroides por el tamaño de sus músculos; para cuando ya vivían juntos en 2010, él ya trataba de dejarlos.
Wharmby fue fisicoculturista durante veinte años antes de que se le manifestara el cáncer. Adoptó esa dieta de numerosas calorías porque “quería ser lo más grande posible”, y admitió haber usado esteroides “porque todos lo hacían”.
Luego comenzó su propio negocio y lo dejó, pero la dieta se puso peor.
“Yo podía entrenar a 7 clientes en un día, de principio a fin. Luego seguía teniendo energía para entrenarme a mí mismo”.
Tiempo después colapsó mientras estaba en el gimnasio. Fue llevado directo al hospital y regresó al estilo de vida saludable, pero ya era tarde; las cosas empeoraron, rompió con su pareja, un tiempo se quedó sin hogar y le resultó complicado seguir con una dieta sana.
En meses posteriores, cuando estaba en el hospital, los médicos le dijeron “tienes solo 3 meses de vida”. Aunque trató de regresar a la vida saludable, el tumor era muy grande para ser extirpado y el cáncer estaba muy avanzado. Ya con su novia buscaron fondos para pagar los tratamientos, pero fue demasiado tarde.
El médico forense reconoció la relación directa de la muerte de Dean y los esteroides: “Es un eslabón directo y causal de la muerte”.
Al morir Dean, su novia escribió en Facebook:
“Sé que donde está ahora es libre, él es increíble; se ha sacudido toda su enfermedad y el dolor. Ahora es puro y perfecto, y vivirá para siempre”.
Con esta historia, sería bueno preguntar a los atletas y a la gente común si vale la pena arriesgar la salud por un físico “perfecto” a través del uso de esteroides.