Los perritos bonachones son bienvenidos en cualquier parte y se ganan los corazones de cualquiera. Estamos seguros de que con su lengua de fuera y su colita vacilante podrían conquistar cualquier espacio. Sin embargo, sabemos que existen personas con corazón de piedra que los dejan en la calle o los maltratan. Afortunadamente, también existen personas que los rescatan y los vuelven parte importante de sus comunidades, como Hermenegildo de Jesús y Dian Rivera, encargados de una farmacia en Pachuca que han contratado como jefe de seguridad a un perrito de la calle llamado Matute.
Matute es un lomito que desde cachorro hasta sus doce años de edad actuales vive en las calles aledañas al fraccionamiento Villas de Pachuca, en el estado de Hidalgo. Se cree que fue abandonado por un antiguo vecino de la localidad y desde pequeño ha estado yendo y viniendo por las calles y negocios del fraccionamiento.
El perrito es un viejo conocido de los vecinos, quienes lo han procurado a lo largo de su crecimiento, lo alimentan y bañan. Además, lo vacunaron y esterilizaron. Pero su éxodo parece haber terminado ahora que el dueño de la farmacia Victoria lo contrató como jefe de Seguridad del establecimiento. Matute ahora porta un gafete y cumple un horario de tiempo completo velando la farmacia de posibles ladrones.
El simpático can siempre obtuvo ayuda de la comunidad y hasta el año pasado, su lugar preferido era la puerta de un negocio de videojuegos, pero la pandemia hizo que el local cerrara y Matute se quedara solo otra vez. Adriana Dorazco, vecina y protectora de animales, cuenta que Matute se quedó mucho tiempo esperando a que volvieran a abrir, pero esto no sucedió, entonces el dueño de la farmacia comenzó a acercarlo a su local.
Hermenegildo dice que el título de su puesto es simbólico, pero que se lo ha ganado al defenderlos en un par de ocasiones de personas problemáticas que llegaban a la farmacéutica en estado alcohólico o bajo los influjos de alguna droga. Ahora Matute pasa tiempo con gente que lo cuida y a quienes cuida. No le falta la comida y tampoco el cariño.
Matute trabaja de 9:00 a.m. a 10:00 p.m. y cuando la farmacia cierra, acompaña a Dian, la dependienta, a la puerta de su casa. Luego, Matute se acerca a los puestos de comida nocturna, donde le dan de cenar y se retira a descansar para llegar puntual a su trabajo al día siguiente.
El dueño de la farmacia ha expresado que el trabajo de Matute no se trata de ninguna campaña de publicidad y que no busca sacar ningún provecho, al contrario, el único objetivo de todo fue darle el lugar y cariño que se merecía dentro de la colonia al perrito que ha crecido con ellos. La historia de Matute se viralizó en redes y ahora muchos niños visitan la farmacia para dejarle comida al lomito guardián.
No cabe duda de que los lomitos son mágicos y, además, tienen tantos estilos. Pero la mayor lección puede ser que los perritos pueden formar parte integral de nuestras vidas y ser miembros activos de la sociedad. Adoptar, querer y respetar a un perro en situación de calle siempre será un gran acto de amor.