¿Quién no recuerda los años de escuela cuando la mochila pesaba más que tú y, además, tenías que cargar el Atlas porque ya no te cabía? Es casi imposible separar la idea de un estudiante sin su bulto en la espalda. Pero en algunas escuelas de Idaho, Estados Unidos, esta idea no cuadraba y decidieron prohibir las mochilas en sus instituciones.
Desgraciadamente, las escuelas de Estados Unidos se volvieron famosas por los atentados con armas contra estudiantes y profesores por parte de algún alumno o grupo de ellos. Aunque la mayoría de las instituciones imparten sus lecciones en línea y pocas decidieron regresar a las aulas, estos continúan registrándose. Uno de ellos se presentó hace poco en una escuela secundaria de Rigby, Idaho, donde una alumna sacó un arma en medio del pasillo y comenzó a disparar. Como resultado del percance, un conserje y dos estudiantes fueron heridos.
Este trágico hecho llevó a varias escuelas a efectuar la prohibición de mochilas dentro de sus instalaciones. Está claro que esto les causó varios inconvenientes a los alumnos, quienes tuvieron que ingeniárselas para transportar su material escolar de una forma más creativa. Estos recurrieron a lo que tenían en casa, como canastas, bolsas, carritos de mercado, cubiertas y otras formas de cajas hechas a mano.
Además, a través de videos en redes sociales y fotografías, compartieron las mejores maneras de movilizar sus libros sin perder el estilo, demostrando sus talentos y destacando el humor.
Sin embargo, esta situación levantó críticas muy severas contra las políticas de armas en el país, las cuales no se han endurecido o contemplan alternativas a pesar de los múltiples percances. Una de las alternativas que se proponen en lugar de cancelar a las mochilas, es poner detectores de metales en las entradas de las instituciones.
Por su parte, hay que reconocer a los héroes que ante los hechos violentos luchan por salvar la vida de los otros. Krista Gneiting, maestra de matemáticas en la escuela secundaria de Rigby, preparaba a sus alumnos para los exámenes finales cuando escuchó el primer disparo. Miró por la ventana para cerciorarse de lo que pasaba, pero después sonaron otras dos detonaciones.
Gneiting advirtió a sus alumnos y les dijo que a su indicación corrieran a la preparatoria contigua y que no miraran atrás. Cuando corrieron, ella tomó a la agresora, una menor de 13 años, le quitó el arma y la abrazó en medio de la escena.
Simplemente me acerqué a ella y puse mi mano sobre su mano, lentamente saqué el arma de su mano y ella me lo permitió. Ella no me la dio pero no luchó. Y luego, después de que obtuve el arma, la abracé porque pensé ‘esta niña pequeña tiene una madre en algún lugar que no se da cuenta de que está teniendo una crisis nerviosa y está lastimando a la gente’.
—Krista Gneiting