Joseph Ligon fue encarcelado cuando solo tenía 15 años y hoy, a la edad de 83, su vida dio un giro completo. Esto fue posible porque el dictamen de la sentencia que lo obligó a estar tras las rejas durante 68 largos años ya no es compatible con las leyes actuales de los Estados Unidos.
La cadena perpetua le fue declarada en 1953 después de ser detenido por ser parte de una banda que se dedicaba al robo y agresión. Fue sentenciado a esta condena debido a que aquellas erráticas andanzas se cobraron la vida de dos personas, aunque él siempre se mantuvo firme en que era inocente.
Joseph se convirtió en el recluso juvenil que ha permanecido por más tiempo en prisión debido a una pena vitalicia. Han sido 65 años de encierro durante los que jamás ha solicitado libertad condicional, pues considera que al no hacerlo, está llevando a cabo una protesta en la que asegura que se le castigaba de una manera muy injusta, pues él nunca mató a nadie.
En la década de los 70, cientos de personas fueron perdonadas y exoneradas de sus penas vitalicias como parte de un programa de clemencia, pero Joseph se mantuvo firme en la postura de ser inocente, lo que le llevó a rechazar las bondades de este programa.
Su condena fue considerada como inconstitucional en el 2012, ya que para el máximo poder judicial de Estados Unidos, las cadenas perpetuas son demasiado cuando son aplicadas en niños y adolescentes.
Aun con este fallo de la Corte Suprema, Pensilvania es uno de los pocos estados que no reducen las condenas por cadena perpetua. Fue necesario que transcurrieran 4 años más para que sea posible emitir otro fallo en el que se ordene que esos estados reduzcan de manera retroactiva las sentencias de las personas a las que se les sentenció a cadena perpetua por cometer delitos cuando eran niños o adolescentes.
De esta forma, se le cambió la condena a Joseph Ligon y a otras 500 personas que contaban con penas vitalicias, que pasaron de estas a un tiempo mucho más reducido. Por ejemplo, a Joseph se le redujo el tiempo a 35 años con la posibilidad de solicitar libertad condicional, pero se negó a esto último de manera rotunda.
Me gusta ser libre. Con la libertad condicional, tienes que ver a la gente encargada de vez en cuando. No puedes salir de la ciudad sin permiso de libertad condicional. Eso es parte de la libertad para mí. Soy un tipo de persona obstinada, nací de esa manera.
-Joseph Ligon
Para su fortuna, Bradley Bridge, un defensor público y abogado que conoció en 2006, hizo su aparición y asistió a un tribunal federal para solicitar su liberación, teniendo éxito. En noviembre, la Oficina del Fiscal de Distrito de Filadelfia emitió la orden de que Joseph fuera liberado totalmente en un plazo de 90 días.
Fue así como el pasado jueves 11 de febrero, Joseph Ligon abandonó la prisión por primera vez en 63 años y el mundo exterior es bastante diferente al que él conocía.
Estoy mirando todos los edificios altos. Todo esto es nuevo para mí. Esto nunca existió.
Joseph ingresó a la cárcel siendo tan solo un niño y salió siendo todo un octogenario, obviamente su vida no ha sido nada fácil, sino todo lo contrario, pues nació en una familia pobre de Alabama y desertó de la escuela en el cuarto grado cuando se mudó a Filadelfia.
Durante su adolescencia fue visto como un extraño por los de su edad y, de hecho, acusa haber sido usado como chivo expiatorio por quienes hicieron todo lo posible para que asumiera la culpa de sus crímenes. Afortunadamente, dentro de todas las penurias que tuvo, logró aprender a leer y escribir, trabajó como conserje y entrenaba boxeo durante sus horas libres.
Es difícil volver a tener una vida normal al salir de la cárcel, sobre todo después de tantos años, por lo que una organización de reinserción social lo apoya y lo ayudó a encontrar un alojamiento. A pesar de estar feliz por dejar la prisión, Joseph dice que le hubiera gustado que sus padres hubieran estado ahí para verlo libre.
Se ha dicho que se espera que esta y la liberación de los menores de edad encerrados de por vida impliquen una reevaluación de todo el proceso de encarcelamiento, pues se considera que se desperdicia la vida de las personas que reciben penas excesivas, por no mencionar el de los recursos económicos y este caso en particular demuestra lo ridículo que resultan ambos.