Sí, sí, escuchamos todos los días que a Perenganito se le pegaron las sábanas o que Fulanita tuvo una recaída de mal de amores, pero hay algunas enfermedades más graves, que en un momento u otro parecieron acabar con el mundo y de las cuales hacía años no escuchábamos nada. Hasta ahora.
En distintos hospitales alrededor del globo, horrores como la viruela símica, el sarampión, la poliomielitis y la peste bubónica han hecho acto de reaparición, helándonos la sangre en las venas, pues son enfermedades terroríficas por derecho propio y si algo no necesitamos mientras enfrentamos a la pandemia por covid-19 es sufrir más riesgos biológicos.
Viruela símica
Aunque ha sido noticia últimamente, la viruela símica no es una enfermedad nueva, sino que se conoce desde 1958, cuando se le detectó afectando a monos de laboratorio. Sin embargo, el primer caso humano se descubrió hasta 1970. La incubación es de 5 a 21 días y el sarpullido característico aparece entre 1 y 3 de sus primeras manifestaciones. Además, tiene una fatalidad mayor que la viruela y no hay que olvidar que durante la conquista, la viruela mató a alrededor del 95 por ciento de la gente nativa de las tierras “conquistadas” (murieron entre 27 y 28.5 millones).
A través del desarrollo de la pandemia del covid-19, un brote de viruela símica ha sido insidiosamente persistente, aunque bastante discreto. Prácticamente idéntica a la viruela “normal”, que se considera erradicada desde 1980, las vacunas contra esta protegen contra la viruela símica, pero la proliferación de esta enfermedad nos hace preguntarnos, ¿qué pasaría si reapareciera la primera también?
Polio
Esta enfermedad viral es sumamente contagiosa y su manifestación más grave causa daño a los nervios, lo que provoca parálisis en distintas partes del cuerpo, que pueden evitar o dificultar el movimiento, usualmente en las piernas, y causar dificultad al respirar e incluso la muerte.
El intento de erradicar esta terrible enfermedad ha sido un esfuerzo multinacional constante, pero a pesar de los aparentes avances en ese titánico esfuerzo, y de creerse prácticamente desaparecida o en vías de extinción en la segunda mitad de la década de los 2010, el 19 de septiembre de 2019 se anunció un brote en Filipinas aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) la había declarado desaparecida en ese país desde 2000.
Sarampión
Esta enfermedad, con su característico sarpullido, puede resultar mortífera y aunque en algunos países se cree desaparecida, pues a nivel global, las muertes anuales por ella aún rondan las 200 mil, un resurgimiento podría ser devastador. Hay indicios de que esa catástrofe podría ser posible, como el reciente repunte de casos en Estados Unidos durante el 2019.
En recientes reportes de la OMS y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la situación relacionada con el sarampión ha sido alarmante, pues consideran que podría desatarse una “tormenta perfecta”, con brotes generalizados a nivel mundial, principalmente por deficiencia en la vacunación, relajación en el distanciamiento social y la sobrepoblación en algunas regiones del mundo.
Peste bubónica
Se caracteriza por la inflamación de ganglios linfáticos en axilas e ingle (de ahí el término bubónica). Esta enfermedad causó 25 millones de muertes en Europa en tan solo cuatro años, empezando en 1347. Había existido mucho antes de ese periodo de terror y sigue existiendo hoy en día aunque no se hable mucho de ella.
A diferencia de las otras dos enfermedades discutidas anteriormente, la también llamada peste negra es una infección bacteriana y, por lo tanto, puede ser combatida efectivamente con antibióticos. Sin embargo, con la rápida disminución de la efectividad de los medicamentos por el sobreuso, no hay que subestimar a esta catástrofe en potencia.
Monstruos dormidos, no muertos
Algunas situaciones pueden incidir en la reaparición de enfermedades, entre las más comunes se encuentran la pobreza, los malos sistemas de salud, situaciones de mala infraestructura urbana y falta de educación sanitaria, etc.
La forma de combatir la reaparición de las terribles enfermedades que permanecen latentes es mantener las buenas costumbres sanitarias, seguir los programas de salud (vacunación y monitoreo) y combatir la pobreza.
Se les deja la puerta abierta
A pesar de que hay modos de evitar que vuelvan a aparecer, o al menos de reducir la gravedad y fuerza de su reaparición, varios movimientos sociales y políticos en el mundo han provocado el resurgimiento y fortalecimiento de varias enfermedades, incluyendo las mencionadas.
Entre las acciones humanas que evitan que desaparezcan algunas de las enfermedades más insidiosas conocidas por el hombre podemos incluir notablemente los movimientos antivacunas y los conflictos bélicos, lo que confirma lo que ya sabíamos: que la desinformación y la guerra son perjudiciales para la salud.