Por si no fuera suficiente lo que hemos vivido en este 2020, científicos advierten sobre la presencia de un virus similar al que causa la enfermedad del ébola, que fue descubierto en Bolivia desde 2003, pero que ha mantenido su presencia con pequeños brotes, sin embargo, la experiencia que ha dejado el coronavirus hace que ante el mínimo riesgo se enciendan las alertas en el mundo.
El virus Chapare apareció en 2003 cerca del río del mismo nombre y a pesar de que existía la sospecha de que más personas se habían contagiado, solo se le tomaron pruebas de sangre a un sastre y agricultor de 22 años, residente de la aldea de Samuzabeti, quien presentó fiebre, dolores de cabeza y articulaciones, posteriormente llegó el vómito y la hemorragia interna, lo que ocasionó que dos semanas después falleciera.
Los síntomas, sobre todo la hemorragia interna, son similares a los que presentan los pacientes con ébola, pero después de realizar los exámenes de sangre al primer infectado detectado se descubrió que se trataba de un virus diferente, miembro de la familia de los arenavirus, que por lo regular afectan a los roedores y, ocasionalmente, a los humanos. Con apoyo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC), se determinó que se trataba del virus Chapare.
Este virus está emparentado con el Lassa, que es más conocido, y otros que han surgido también tanto en Bolivia como Argentina y que tienen como punto en común la presencia de hemorragias internas como uno de los síntomas más graves y que puede ser letal, por ello la necesidad de investigar a profundidad lo que está sucediendo, ya que el caso registrado no ha sido el único.
El año pasado se dio un pequeño brote de Chapare en el que tres personas murieron y se estima que al menos otras cinco se contagiaron, incluidos tres trabajadores del sector salud que fueron los encargados de atender a los pacientes y dos de ellos murieron, por lo que la alerta creció al ver el potencial de contagio entre seres humanos, algo que no se debe subestimar, pues ya lo vivimos con el Covid-19.
Por lo regular, los arenovirus se transmiten de los roedores a las personas, sobre todo cuando la orina y el excremento del animal infectado es inhalado por el ser humano, o bien al entrar en contacto directo con el roedor, pero en el brote más reciente, de acuerdo con Caitlin Cossaboom, epidemióloga de la división de Patógenos y Patología de Altas Consecuencias de los CDC, “creemos que muchos fluidos corporales (en seres humanos) pueden potencialmente transportar el virus”.
Sabemos que la tasa de letalidad de virus como el ébola y el Lassa es alta si se dan las condiciones adecuadas para su propagación, pero eso es justo lo que se quiere evitar con el Chapare, pues actualmente la situación no está como para poder enfrentar una nueva emergencia sanitaria, la cual, al menos en lo que se sabe, sería mucho más peligrosa que el Covid-19 hasta el momento.