Cuando escuchamos la palabra “dinosaurio” de inmediato pensamos en un animal enorme, con escamas y garras capaces de destruir todo a su alrededor.
Pero el reciente hallazgo de un fósil cambiará esta percepción, ya que su tamaño es menor que el de un simpático colibrí.
Se trata del Oculudentavis khaungraae, una especie de ave muy pequeña, cuya cabeza se encuentra fosilizada en el ámbar desde hace 99 millones de años.
Fue encontrado al Norte de Myanmar (antigua Birmania), y para los investigadores que hicieron el hallazgo se trata del fósil más sorprendente con el que se han topado.
Poco a poco han ido encontrando elementos para determinar la forma en que vivía esta especie, y también puede proporcionar información muy importante sobre cómo es que las aves evolucionaron.
Sobre todo les ha llamado la atención la estructura del ojo, que es diferente a la que comúnmente tienen las especies actuales, ya que la del fósil tiene forma de “cuchara”, común en los lagartos antiguos.
Esto indica que hay una relación entre los dinosaurios y la evolución de las aves, y que esos extintos animales tenían una visión muy buena.
La forma en que se encuentran los huesos que sostenían al ojo dejan ver que permitían entrar poca luz, lo que es un indicio de que era un ave de hábitos diurnos.
Me encanta cómo la selección natural termina produciendo formas tan extrañas. También tenemos mucha suerte de que este fósil haya sobrevivido para ser descubierto 99 millones de años después.
—Jingmai O’Connor, investigador de la Academia de Ciencias de China, en Pekín
Todavía es muy pronto para tener un análisis completo, y es que se ha complicado la cuestión porque solo se cuenta con este cráneo, y han encontrado similitudes con los dinosaurios pero también con aves más avanzadas.
Otro hallazgo fue la enorme cantidad de dientes que tenía esta ave, lo que muestra que a pesar de su tamaño era un voraz devorador de insectos, seguramente.
Esperemos a ver qué otros elementos logran destacar los investigadores, los cuales arrojarán valiosa información sobre la vida en la era de los dinosaurios.
Otra maravilla es el ámbar, que permite la conservación casi en estado intacto y que después de millones de años podamos conocer a especies que ya no habitan en nuestro planeta.