¿Qué le dice un hombre de quinientos millones de dólares a uno de 200.4 mil millones de dólares? No es un chiste ni una adivinanza, sino el inicio de la más reciente trifulca en Twitter, donde la libertad de expresión que tanto defendía Elon Musk ha pasado a segundo plano y pagar las cuentas se ha vuelto la máxima prioridad.
Iniciando tímidamente, Musk propuso pagar 20 dólares por la verificación de identidad de los tuiteros, que se marca con una “palomita blanca sobre azul” junto al nombre del usuario. Ante esto, el autor de gran éxito Stephen King dijo que si hacen eso, se desaparece de Twitter. Al recibir una oleada de rechazos a su propuesta, el magnate reculó diciendo que en lugar de esa cantidad, solo habría que pagar ocho dólares. Sin embargo, a nadie lo convence este cambio y mucho menos al autor de It.
El archimillonario le dijo al ultramillonario
El fondo de la controversia entre Elon Musk, que vale 200.4 mil dólares, y Stephen King, que vale 500 millones de dólares, es que el empresario desea cobrar por el “servicio” de verificación para obtener más dinero, pues, según dice, no ha sido suficiente con lo que los patrocinadores aportan para los comerciales. Por otro lado, el escritor dice que su presencia en la plataforma le beneficia a Twitter, por lo que si a alguien deberían estarle pagando, es a él y a las otras celebridades y figuras públicas que participan en conversaciones vía Twitter.
Aunque parezca algo raro, esta no se trata de solamente una pelea entre dos magnates por ocho dólares, sino que se ha convertido en la batalla por mantener un logro social en la plataforma, pues la verificación permite a los usuarios constatar las identidades de algunos de los usuarios que realizan posts, dándole mayor credibilidad a los contenidos de Twitter, que de otra forma bien podría ser un lugar donde quien grite más fuerte es más escuchado.
Los tiempos cambian
Históricamente, el ícono azul con la palomita blanca ha sido empleado por los usuarios para identificar a usuarios con un perfil público notorio que podrían ser imitados con fines maliciosos o en perjuicio de la comunidad y de la fidelidad a la verdad… y Twitter jamás había cobrado por ese servicio.
Musk se refirió a la actual situación de la plataforma social como un sistema de señores y siervos, diciendo que la solución era cobrar ocho dólares por el privilegio de “ser azul”, presumiblemente de tener la marca de verificación azul y no de ser un “miembro azul de Twitter”, que implica tener funciones premium como edición de tuits y otros beneficios por los que les cobran unos 4.99 dólares. De hecho, se ha informado que fuentes internas sugieren que con el cobro de las verificaciones, algunas funciones de los “suscriptores azules” actuales se volverían públicas y gratuitas.
Lo que Musk ofrece
Según Musk, el cobro no será por nada y el precio será ajustado por poder adquisitivo en cada país para garantizar la justicia. Entre otros beneficios, el magnate dice que quienes paguen su verificación tendrán prioridad en respuestas, menciones y búsquedas, que son condiciones esenciales para acabar con el spam y con los fraudes.
Otras características de las nuevas cuentas verificadas serían tener la opción de subir videos y audios largos, así como que aparezcan apenas la mitad de los anuncios publicitarios que se muestran en el sitio a los usuarios normales. El último punto a favor de la propuesta de Musk, según él mismo, es que “la medida produciría beneficios económicos suficientes para eventualmente pagar a los creadores prominentes de la plataforma”.
Lo que se pierde y quienes se oponen
Lo que se perdería más en caso de establecer la medida son los ocho dólares al mes de la verificación, que antes era gratuita, y que haría ascender el costo anual a noventa y seis dólares. Aunque podría parecer poca cosa, las poblaciones con pocos ingresos o dificultades económicas bien podrían ver ese cargo como una barrera insalvable. A pesar de las críticas a la medida, Musk ha dejado muy claro que ya se decidió a hacer el cargo diciendo que “a quienes se han quejado: por favor sigan quejándose, pero les va a costar ocho dólares”.
Por otro lado, los creadores de contenidos o celebridades que se han opuesto a la medida propuesta por Musk junto con Stephen King no son pocos, incluyendo a Lynda Carter, Josh Gad, Amber Tamblyn, Hank Green y Jaboukie Young-White. Los detractores dicen que la medida facilitaría el trabajo a gente fraudulenta que quisiera hacerse pasar por famosos o figuras públicas, pues bastaría con pagar la suscripción para hacerse con la marca. Además, algunos artistas y periodistas hacen hincapié en que a diferencia de YouTube y otras plataformas, Twitter no tiene un sistema de monetización que los apoye, por lo que lo justo sería que la red social les pagara a ellos y no al revés, lo que no parece ser una posibilidad en el futuro cercano.