El Vaticano tiene la cifra récord en el mundo como el Estado que más vino toma por persona, según las estadísticas del Wine Institute (Instituto del Vino).
Las cifras muestran que los residentes de El Vaticano consumen 74 litros de vino en promedio, el equivalente a 105 botellas al año. Esa cifra es casi el doble de lo que toman Francia e Italia juntas, y el triple de lo que se consume en la Gran Bretaña.
Aunque la cifra es engañosa: no es que las monjitas se anden cayendo de borrachas o que los padres se la pasen viendo el futbol de bar en bar, sino que el Vaticano, aunque es un Estado, no tiene la misma representación demográfica que un país como Francia o Italia.
Según National Catholic Reporter, los residentes en el Vaticano en su mayoría son mayores de edad, hombres que comen en grupos muy grandes. Eso favorece el consumo de vino, además la estadística no se diluye entre mujeres y menores de edad, como en otros Estados.
Estas características sobre todo, pondrían al Vaticano en el primer lugar de la lista, aunque otros micro-estados también aparecen en los primeros lugares de la estadística del Wine Institute (Andorra y Luxemburgo son 2o y 3o en la lista).
La población apenas es de 800 personas, lo que hace muy fácil que se dispare la ingesta de vino por persona si grandes grupos de turistas llegan de visita. En el Vaticano se reporta que existe un economato destinado a los residentes y profesionales vinculados al estado pontificio que vende el vino, sin cobrar impuestos. Además, la cantidad de vino que se usa para la celebración de la Eucaristía en la sagrada comunión durante las pascuas es enorme.
Gracias al régimen fiscal de la Santa Sede, las botellas de los mejores vinos del mundo que están en sus cavas, tienen un precio mucho menor que el que hay en Italia, donde el impuesto a las bebidas alcohólicas es de un 22%.
Como datos curiosos, en la Edad Media los monjes tenían permitido tomarse 8 cervezas diarias. Además, en el siglo pasado, el consumo de cerveza y de vino era mayor que el de agua, sobre todo porque era muy difícil encontrar agua limpia.
Desayunar con un vaso de vino era la norma. Entre los griegos y romanos, el vino se bebía mezclado con agua, pues tomar el vino sólo se consideraba de bárbaros. Los griegos tomaban sólo al final del banquete mientras que los romanos desde el principio hasta el final.