Conrado Salazar es un joven de imponente físico que trabaja como director de una escuela de Manzanillo, Colima, México. Sin embargo, hubo una época en que fue despedido porque algunos padres pensaban que su cabús doble remolque con revolvedora integrada podría despertar la libido y la incomodidad en niños. Principalmente, creían que podría avivar los bajos instintos de las pobrecitas madres de familia.
La revocación del profe causó polémica y, pa’ luego es tarde, algunas madres de familia saltaron por él, declarando que su físico no tenía nada que ver con su excelente trabajo como docente. Tal es la defensa que se hizo del profe Salazar que algunas mujeres, además de juntar firmas, amenazaron con sacar a sus hijos de la primaria para reducir drásticamente la matrícula de la institución.
El problema comenzó cuando Salazar se volvió viral en TikTok, plataforma en donde enseña su físico, en el que nos centraremos de manera minuciosa y exhaustiva en este momento. El profe mide dos metros, calza del 31, tiene unas naylons de acero tipo Henry Cavill y una voz aguardentosa estilo César Bono, ¿qué otro deleite podría pedir una madre de familia con hijos en primaria?
Sobre todo, Salazar es un profesional, su carrera acaba de empezar y trabaja en una escuela en el medio rural, donde hace de todo. Es decir, es el director, profesor e intendente de la institución. Por supuesto, su caso se resolvió y permaneció en funciones en su escuelita. Además, su cuenta de TikTok creció en seguidores y recibe muchos mensajes de apoyo.
https://twitter.com/tacodealacran/status/1555248511960158209
Cuando empecé a trabajar en una zona rural, lo hice en una escuela unitaria, eso quiere decir que era el maestro, director, intendente: todo lo ejerces tú. Por eso era el director de la escuela.
En un video donde explica su situación y habla de su viralización, Conrado Salazar demuestra que su discurso es el propio de un maestro ejemplar. Se refiere al público constantemente como “chicos”, se toma las manos al hablar como si se fuera a untar crema. Utiliza formas propias de la formalidad docente en el verbo desconocer, como “desconozco” y “desconocía yo” para reforzar su discurso profesional. Es decir, es un profe hecho y derecho que le entró a los catorrazos de la zona rural, donde no cualquiera.