En mayo de 2020, el entonces oficial Derek Chauvin le quitó la vida a George Floyd, asfixiándolo con su rodilla. Las imágenes conmocionaron al mundo y a Estados Unidos, quienes no podían creer que un policía estuviera sobre el cuello de un hombre con las bolsas en la mano como si nada pasara. Ahora ha sido condenando definitivamente a 21 años de cárcel.
En 2020 se erigió el movimiento Black Lives Matter y se llevaron a cabo marchas multitudinarias para exigir justicia, pues no era el primer caso de brutalidad policial que acababa con la vida de una persona afroamericana. Las últimas palabras de Floyd fueron: “No puedo respirar” y “Mamá”. Tenía 46 años.
Al poco tiempo del asesinato, Chauvin fue puesto en custodia por la Oficina Fiscal del Condado de Hennepin bajo los cargos de asesinato en tercer grado y homicidio involuntario, cargos que siguen resultando insuficientes, sobre todo porque no se juzgó a los otros tres policías que estaban en la escena. El juicio que duró dos años vio al propio jefe de policía de Minneapolis declarar contra Chauvin y a la defensa del expolicía alegar que Floyd había muerto por problemas de salud y consumo de drogas.
En 2021 ya había sido encontrado culpable por asesinato en segundo grado y comportamiento negligente por un tribunal del estado de Minnesota, pero apeló la sentencia y llevó todo a un nuevo juicio. Ahora fue condenado a 21 años de prisión por el juez principal del Tribunal de Distrito de EE.UU., Paul Magnuson, debido a la violación de derechos cívicos de George Floyd, además de haberse declarado culpable.
Chauvin hizo una intervención en la que se dirigió a los hijos de Floyd para desearles éxito en su vida, pero destaca que no pidió disculpas y tampoco se mostró arrepentido de sus acciones. Su madre también hizo declaraciones y dijo que su hijo no era un racista despiadado. Además, declaró que todas las vidas importan, haciendo alusión al lema del movimiento Black Lives Matter. Los otros policías también han sido declarados culpables y esperan sentencia.