La historia está plagada de personajes y sucesos que destacan por los aportes o desgracias que trajeron a la humanidad, y en casos extremos hay algunos que incluso se vuelven “innombrables”, como el de Adolf Hitler, el responsable del Holocausto y desatar la Segunda Guerra Mundial, en la que se estima que murieron entre 50 y 60 millones de personas.
Rusia fue el país que más muertes registró, con casi 24 millones de muertes entre soldados y civiles, por lo que se ha luchado para que se reconozca la importancia de esta nación en la caída del régimen nazi. Por esta razón, el presidente Vladimir Putin quiere que sea ilegal que alguien compare a Hitler con Stalin, quien era el presidente ruso durante la guerra y que para algunos es un dictador, por eso lo comparan con el líder alemán.
Desde octubre del 2020 se envió esta iniciativa, luego de una reunión del Consejo Presidencial de Arte y Cultura, con la finalidad de que esto sea un homenaje a la figura de Stalin y sus aportes durante la guerra. Sin embargo, no han faltado las críticas, ya que se considera que una medida así atenta contra la libertad de expresión.
Esta prohibición se extendería a medios de comunicación y redes sociales, ya que para el gobierno ruso hacer esta comparación es un “insulto para los abuelos y bisabuelos” del pueblo, aunque “se dejaría espacio para la investigación histórica” y la discusión a nivel científico, pero por ningún otro motivo se permitiría que alguien diga que “Stalin era como Hitler”.
El ejército soviético es un libertador y, por tanto, un benefactor de Europa. Es posible y necesario discutir situaciones, hechos o documentos específicos. Solo sin olvidar que la Unión Soviética, el pueblo ruso, luchó la batalla principal contra el mal universal del nazismo.
-Elena Yampolskaya, presidenta del Comité de Arte y Cultura
Si bien es cierto que la participación de Rusia fue determinante para que los aliados lograran el triunfo en la Segunda Guerra Mundial, también se sabe que Stalin gobernó con “mano dura” e instaló campos de trabajo denominados Gulags, a donde enviaba a sus enemigos políticos, en condiciones infrahumanas, en lo que se estima que trabajaron hasta 18 millones de personas y muchos murieron.