No, no es la réplica a tamaño real de la casa de Bob Esponja ni está hecha de oro; tampoco es una expresión de como las sociedades consumistas piensan sobre la naturaleza, en este caso es solo una piña normal que un hombre colocó en una exhibición y fue confundida con una obra de arte.
Hay que admitirlo, en los tiempos en los que vivimos es muy complicado diferenciar qué es arte y que no. Mientras un montón de basura puede ser parte de la obra más trasgresora, una reproducción de la Monalisa no es más que un garabato hecho por un amateur.
En este caso, esta piña se convirtió no solo en una obra de arte, sino que se le puso un cristal alrededor para evitar que las personas la tocaran o dañaran.
Pero, ¿quién fue el culpable de esta broma? Fue el estudiante Ruairi Gray, quien quería ver si los espectadores de Look Again de la Universidad Robert Gordon (Escocia) podían creer que esta fruta era una obra más de la exposición.
Cuál fue su sorpresa cuando regresó días después, la piña no sólo seguía en el lugar donde la dejó, sino que la habían protegido con una caja de vidrio:
“Es la cosa más graciosa que ha pasado en todo el año. Mi director de tesis la vio y le preguntó a un profesor de arte si era real, porque no podía creerlo”.
La piña se quedó en exhibición, inclusive la página de Look Again le tuiteío a Lloyd Jack, amigo de Ruairi Gray, quien había subido la imagen de la piña a internet:
“Amamos tu aportación al Pester and Rossi’s Inflato Optical Image Intensifier”.
Sin embargo, los responsables de la exhibición están intentando encontrar a la persona que le puso la caja de vidrio alrededor. Lo único que sabemos es que no fue Natalie Kerr, asistente cultural y responsable del montaje de la instalación, puesto que ella es alérgica a dicha fruta.
“Estábamos moviendo la exhibición, y regresé después de 10 minutos y ya estaba esta cobertura de cristal. Es un misterio, el vidrio es muy pesado y se necesitarían dos o tres personas para moverlo, no tengo idea de quién lo hizo, pero ya que está ahí, hemos decidido dejarla porque mantiene el espíritu lúdico de la comisión”.
Mientras en esta exposición en el Reino Unido una piña pasa por parte de la instalación, en el Museo de Arte Moderno de San Francisco, Kevin Nguyen, de 16 años y TJ Khayatan, de 17, quisieron retar los límites del arte y pusieron un par de gafas a la mitad de una exposición, y los resultados también fueron sorprendentes.
Es muy difícil diferenciar el arte de verdad con una pila de basura, sobre todo cuando los deshechos han sido objeto de arte en muchas ocasiones, como las cápsulas de Garbage of New York, escultoras hechas por Justin Gignac, en donde introduce en cajas de cristal basura típica de la Gran Manzana.
Otro caso interesante es lo que pasó en el museo italiano Bozen-Bolzano, donde el equipo de limpieza tiró a la basura una instalación con el nombre Where Shall We Go Dancind Tonight? Una crítica al consumismo de la década de los ochentas, pero los del aseo pensaron que eran los restos de alguna fiesta de la noche anterior y lo limpiaron.
Afortunadamente, ese día no sacaron las bolsas de la basura y pudieron rescatar y restaurar dicha instalación.
Es bastante cómico lo que ha hecho el arte contemporáneo con los espectadores, quienes ahora no saben si una piña es tan sólo una fruta, o una crítica social a las sociedades consumistas y artificiales.
La próxima vez que vayan a un museo, tengan cuidado con las obras, no vayan a confundir el retrete con una obra de arte, o peor aún, a una obra de arte con un retrete. Y sobre todo, no te quedes las horas viéndola, o te puede pasar lo que en este video: