Una mujer colombiana acaba de anunciar públicamente que acaba de dar por terminados sus días de perreo, es decir, decidió dejar de escuchar reguetón, por lo que su video se ha hecho viral. Los argumentos son claros y conocidos, pero algunos ponen objeciones y otros la apoyan.
Ana María Vélez, la colombiana en cuestión, ha dicho que a pesar de ser paisa, o sea, colombiana acá de a de veras, ha decidido expulsar el reguetón de su vida y de su cuerpo, como si fuera un demonio, pues considera que es un mercado musical dominado por hombres que por tener dinero pueden acceder a las mujeres que quieran.
En su video compara a los reguetoneros con políticos. Y esta debería ser la imagen central a comentar, ya que observa que por fama e influencia, los cantantes del género urbano legitiman el poder del hombre sobre la mujer. Este es el punto más fuerte, pues es aquí donde todos los escuchas de reguetón suelen soportar todo lo que diga un reguetonero, ya sea lascivo o de supuesta crítica social o política, pues artistas como Bad Bunny ahora lanzan canciones sobre la crisis inmobiliaria, el racismo y demás problemas desde un pedestal hecho de influencia y fama.
Tomé la decisión de sacar el reguetón de mi vida. Te están vendiendo la imagen de una mujer idealizada, que lo ‘mueve rico’ y perrea hasta abajo porque el hombre tiene fama, dinero y poder, tal cual como si fuera un político. En sus videos y en sus letras nos están queriendo decir que somos influenciables, manipulables, domesticables.
Simplemente se trata de una elección. Ana Vélez, que en TikTok se conoce como “Entre mis pecas”, ha dicho que no puede seguir bailando música en la que el vocabulario hacia al mujer no guarda ni un respeto hacia su persona. Para ella escuchar reguetón es una falta de respeto hacia sí misma.
Si ustedes se ponen a escuchar atentamente las letras de esas canciones, es como un hombre morboso diciéndonos cochinadas y barbaridades. Y que a mí alguien me hable así, y que yo lo acepte; hombre, no me respeto a mí misma.
Lo que casi no se dice es que el reguetón también impone una idea única e incuestionable de ser hombre, es decir, que solo podemos ser queridos y valorados por el dinero, el prestigio o el éxito que tengamos. Ese es el lente unívoco por el que muchas mujeres y hombres sopesamos una relación de cualquier tipo con otras personas. La discusión podría ser larga, pero tampoco se claven.