No es fácil encontrar la carrera a la que te vas a dedicar. Un buen ejemplo es Lulu, una labrador que trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Ella fue entrenada junto con otros cachorritos para detectar el olor de las bombas. Sin embargo, se dio cuenta demasiado tarde de que su vocación no era esa.
Nadie podía motivar a Lulu a olfatear bombas, aunque le prometieran ricas recompensas. En un reciente comunicado, la CIA explicó cómo es que es normal para algunos cachorros perder el interés:
Puede haber un millón de razones por las que un perro tiene un mal día, y los entrenadores se convierten en psicólogos de perros tratando de averiguar cómo ayudarlo.
A veces el cachorro está aburrido y necesita más retos, a veces necesita un descanso, y a veces es una condición médica menor como la alergia a la comida.
Luego de algunos días el perro vuelve a ser feliz en su trabajo y continúa su entrenamiento, sin embargo al parecer Lulu simplemente perdió el interés en olisquear bombas. Se desilusionó muy pronto en lo que podía ser una carrera prometedora.
Probablemente es una pacifista. La CIA explicó cómo es que no tuvieron elección más que darle su baja: “Para algunos perros, como Lulu, es claro que el tema no es temporal”.
We’re sad to announce that a few weeks into training, Lulu began to show signs that she wasn’t interested in detecting explosive odors. pic.twitter.com/c6lxHPfC09
— CIA (@CIA) October 18, 2017
Lulu perdió el interés en buscar explosivos. Nada la hacía feliz y tuvo que abandonar esa tarea. Afortunadamente encontró su verdadero propósito en la vida: fue adoptada por su entrenador y pasa los días jugando feliz con los niños de la familia y con el otro perro, Harry.
Aparentemente ella es mejor olisqueando conejos y ardillas en el jardín de su casa, y aunque la CIA se puso triste por perder a ese elemento, sabían que la decisión era la mejor para Lulu.