Un experto en turismo afirma que cazar humanos bien podría ser el próximo deporte de los mega-millonarios del mundo, causado por la brecha entre ricos y pobres, la sobrepoblación, los desastres ecológicos y económicos, la violenta naturaleza humana y la rentabilidad del “turismo negro” .
Daniel Wright, asociado en investigación en turismo en la University of Central Lancashire en Inglaterra, considera que The Running Man podría volverse una realidad. Cazar humanos sería un gran negocio y un deporte para los super-ricos en el mundo, asegura el experto en una publicación para la revista científica “Futures”.
La visión de un mundo así se volvería especialmente atractiva para turistas, fiestas de despedidas de soltero e iniciaciones para dar identidad a grupos. Para el año 2200 podría incluso convertirse en un espectáculo público, como en las películas The Hunger Games o The Running Man (1987) (en esta última, un hombre en 2017, tiene que elegir entre la cárcel o entretener a la gente en un “reality show”).
El académico vislumbra un mundo global devastado por desastres ecológicos y económicos, con sobrepoblación extrema y una enorme brecha entre ricos y pobres. Aunque suene como ciencia ficción, afirmó al periódico británico The Mirror, la predicción podría volverse realidad en cien años.
Además, refleja el pasado donde las ejecuciones públicas eran la atracción de las muchedumbres, y el presente donde existe el “turismo negro” que deja miles de millones al año en ganancias.
Una forma de turismo que envuelve a los viajes a sitios asociados con la muerte y la tragedia (visitas a castillos y campos de batalla como Culloden en Escocia y los castillos de Bran y Poenari en Rumania; sitios de desastre, tanto naturales como causados por el hombre, como Hiroshima en Japón, Chernobyl en Ucrania y el Ground Zero en Nueva York; Auschwitz en Polonia, etc.)
Actualmente, norteamericanos ricos pagan sumas exorbitantes por cazar en África víctimas indefensas. La cacería de humanos como un deporte clandestino podría suceder en un futuro no muy lejano, tal vez en 2100, pero como una experiencia turística real, en el año 2200.
Para evitarlo, el mundo tendría que cambiar el curso de la historia, y dejar de ensanchar la brecha entre ricos y pobres. Daniel Wright señala: “la muerte como un espectáculo no es nueva en los espacios sociales. De hecho, nuestro pasado nos muestra nuestra fascinación por la muerte, de distintas formas. Los gladiadores romanos y las ejecuciones públicas (que aún suceden), son ejemplos de ello.”