Tommy G. Thompson es considerado uno de los más grandes cazadores de tesoros, tanto así, que hace unos años encontró el mayor tesoro en la historia de los Estados Unidos: 400 millones de dólares en oro, pero estafó a los inversionistas y desapareció con el botín. Recientemente fue encarcelado, y un juez lo sentenció a estar en prisión hasta que confiese donde está el oro.
El tesoro que Thompson encontró, es la carga del barco S.S. Central America (conocido como el “barco de oro”), que se hundió en las costas de Carolina del Sur en 1857 a causa de un huracán categoría 2. Ahí murieron 425 personas y sobrevivieron 50.
Thompson reunió a cerca de 160 inversionistas, quienes reunieron 12.7 millones de dólares, y en 1988 fue en búsqueda del famoso naufragio. Luego de construir un submarino especial, llamado “Nemo”, dio con el tesoro; pero cuando lo sacó del mar, desapareció. Luego de vivir en una lujosa mansión en Florida, pasó a vivir clandestinamente.
Según reportes, “Nemo” rescató muchas monedas de oro del siglo XIX y barras de oro “15 veces más grandes que las conocidas en California hasta ese entonces”, relató en 1989 el Chicago Tribune. Diez años después, algunos de los inversores lo denunciaron a las autoridades por defraudarlos al vender todo el oro y quedarse con las ganancias.
Para 2012 ya había desaparecido. Durante dos años, la cacería de Thompson se convirtió en una pesadilla para los más experimentados investigadores, quienes lo llamaron “el más inteligente de los fugitivos”. Thompson además tenía “recursos ilimitados y 10 años de experiencia en esconderse”, dijo el U.S. Marshal, Peter Tobin en una declaración.
Fue hasta enero de 2015 que dieron con su paradero. Vivía escondido en un hotel barato, con su novia. Ahí encontraron teléfonos celulares desechables, una cinta de papel que decía 10 mil dólares y una guía para “ser invisible”. Antes de eso, se había escapado de la policía cuando lo rastrearon a un departamento donde según su casero, vivía entre ratas, cucarachas y basura.
Del tesoro no se supo nada, y no pudieron encontrar rastro alguno. Thompson prometió que revelaría el paradero del mismo, pero hasta la fecha, eso no ha sucedido. El ingeniero experto en submarinos sigue encerrado en una cárcel de Ohio, donde un juez lo sentenció a revelar el lugar del escondite, ya que el abogado asegura que su cliente perdió la memoria.
El exitoso cazador de tesoros fue sentenciado a permanecer tras las rejas hasta que recuerde dónde está el oro, pagando además, una multa diaria de mil dólares.
En noviembre pasado, el abogado del ingeniero que alguna vez trabajó en submarinos nucleares, dijo que su cliente padecía una pérdida de memoria repentina y que no recordaba a quién le había dado el oro.
“Quién sabe, tal vez tenga una epifanía”, dijo el juez Algenon Marbley el pasado lunes, cuando ordenó a Thompson responder las preguntas sobre la localización del oro.