Otro caso que pareciera salido de película de acción se presentó hace unos días; un hombre británico ayudó a la policía estadounidense a resolver un caso de secuestro, a ocho mil kilómetros de distancia.
Todo sucedió a raiz de que la pequeña Yvette Henley, de cuatro años, quedó bajo la custodia de sus abuelos, Gary y Kim Forester, tras descubrir que vivir con su padre, Virgil, le producía un gran daño emocional y podría estar en peligro.
El problema fue que su padre nunca la entregó con sus abuelos y ellos temían que el hombre pudiera hacerle algo, así que, junto a la policía, iniciaron una búsqueda implacable.
En realidad, el pronóstico no era nada favorable, la policía parecía no encontrar rastro alguno de Virgil e Yvette. En ese momento, los dedicados abuelos iniciaron una búsqueda propia y, utilizando Facebook, se las arreglaron para dar con algunos de sus amigos, quienes no sabían nada.
Se toparon con un chico británico de 21 años, Harry Brown, que había conocido a Virgil en línea años atrás. Y preocupados, le enviaron el siguiente mensaje:
Harry aceptó ayudar a la pareja y en una entrevista con UNILAD, relató cómo fue que se ganó la confianza de Virgil:
Recibí este mensaje en Facebook sobre Yvette, una niña desaparecida. Yo era amigo de su papá, Virgil, y me impactó saber que estaba desaparecida. Comencé a enviar mensajes a Virgil toda la noche, intenté iniciar una conversación casual esperando que me pudiera dar pequeños datos o información sobre su paradero, pero sin ser muy obvio.
El ingenioso Harry pasó dos días hablando con Virgil en línea, y descubrió que estaba en Arizona con su novia Alyssa y la pequeña Yvette.
Me tomó un par de noches y muchas preguntas, primero le dije que si quería yo podía mandarle dinero y ver la locación de donde iría a recogerlo, pero no funcionó. Entonces le pregunté que si quería una pizza. Primero me dijo que no, que tal vez otro día, así que esperé a la misma hora del día siguiente y le pregunté de nuevo. ¡Esta vez dijo que sí, y me dio el nombre del motel y el número de su habitación!
Inmediatamente, el héroe de esta historia alertó a los policías y les dijo sobre el paradero de Virgil. Pronto, Yvette se encontraba en su casa, en California, al cuidado de sus amorosos abuelos.