La mítica ave Fénix lograba renacer de sus cenizas y seguir viviendo, y en la vida real existe una especie que lo ha lograd, ya que se extinguió, pero gracias a la evolución regresó a habitar en el planeta.
Este es un caso excepcional en aves que solo se conoce en el rascón de Cuvier, que no vuela y se extinguió hace unos 136,000 años, cuando su hábitat en el atolón de Aldabra fue cubierto por el océano Índico, pero tiempo después, regresó, en un caso que parece de leyenda.
En la revista Zoological Journal de la Linnean Society se explica el fenómeno que se conoce como evolución iterativa, lo que le permitió a esta especie “regresar” de la inundación que sufrió Aldabra, y esto se confirmó al encontrar fósiles de antes y después de que las aguas lo cubrieran todo.
De acuerdo a los especialistas, este tipo de evolución permite a una especie generar una descendencia secundaria, con el mismo linaje original, en diferentes tiempos, incluso si las iteraciones pasadas ya están extintas, como en este caso.
Hace 136,000 años desapareció el rascón de Cuvier, pero cuando las aguas bajaron y quedó de nuevo al descubierto el atolón, volvieron a poblarlo, pero esto sucedió hace cerca de 100,000 años, es decir, permanecieron 36,000 años extintos.
Debido a que no hay depredadores en el atolón, el ave perdió la capacidad de volar, y su nueva especie también llegó con esa incapacidad, con modificaciones en los huesos del tobillo, mientras que su ancestro las tenía en los huesos de las alas.
David Martill, académico de la Escuela de Tierra y Ciencias Ambientales de la Universidad de Portsmouth y coautor de la investigación, señaló:
No tenemos conocimiento de ningún otro ejemplo en aves en general que demuestren este fenómeno de manera tan evidente. Solo aquí en Aldabra, que es el registro paleontológico más antiguo que tenemos en las islas oceánicas, es evidencia fósil que nos demuestra los efectos de los eventos en el cambio en el nivel del mar y la extinción y recolonización.
Al momento de la inundación, algunos ejemplares lograron escapar a otro lugar, donde continuó el proceso evolutivo que les permitió recolonizar el atolón, 36,000 años después, lo que es increíble.
Derivado del cambio climático, las aguas del atolón están subiendo de nuevo, lo que implica un riesgo de extinción para esta especie, aunque si ya lo hicieron una vez, probablemente puedan realizar de nuevo la hazaña y regresar.
Los humanos del futuro (si es que logran sobrevivir) podrán conocer a esta increíble y resistente ave, cuando el agua vuelva a bajar.