Daniel Reardon trataba de crear un dispositivo que detectara si algo tocaba su cara, ya que el no permitir contactos en el rostro es una de las indicaciones para combatir el contagio de coronavirus.
Este creativo hombre terminó en el hospital, afortunadamente no por haberse infectado, sino porque se le atoraron dos magnetos en la nariz mientras desarrollaba su invento.
La idea de este científico australiano era crear un collar con una alarma que sonara cada vez que hubiera un contacto en la cara, lo que parece importante, ya que muchas veces lo hacemos de forma automática.
Sin embargo, parece que todavía no conoce muy bien la forma en que funcionan los poderosos magnetos que estaba utilizando.
Tengo algunos equipos electrónicos, pero realmente no tengo experiencia ni conocimientos en la construcción de circuitos o esas cosas.
Tenía una parte que detecta campos magnéticos. Pensé que si construía un circuito que pudiera detectar el campo magnético y usáramos imanes en nuestras muñecas entonces podría activar una alarma si las acercaba demasiado a la cara. Un poco de aburrimiento por el aislamiento me hizo pensar en eso.
—Daniel Reardon
Accidentalmente inventé un collar que zumba continuamente cuando mueves tu mano cerca de tu cara.
Después de desechar esa idea, todavía estaba un poco aburrido, jugando con los imanes. Con la misma lógica que poner imanes en las orejas: los sujeté a los lóbulos de mis orejas y luego los sujeté a una de mis fosas nasales. Las cosas se pusieron cuesta abajo muy rápidamente cuando sujeté los imanes a mi otra fosa.
—Daniel Reardon
Había colocado dos magnetos dentro de las fosas nasales y dos por fuera, pero al retirar los del exterior los internos se atrajeron y se pegaron. Durante 20 minutos estuvo luchando para sacarlos, sin resultados.
En Google encontró un caso similar y cómo se resolvió usando más imanes para tirar de los que estaban atascados, pero finalmente tampoco eso le funcionó.
Una amiga que es doctora le dijo que lo mejor era llevarlo al hospital, aunque Daniel sospecha que lo hizo para que sus colegas también se burlaran de él.
Luego de esta experiencia Daniel Reardon decidió no hacer ningún invento que involucre su cara, y menos si hay imanes involucrados.