El verano de 2016 fue todo un acontecimiento social y político, en gran parte por los Juegos Olímpicos de Río, los cuales fueron duramente criticados por los brasileños debido al gasto que ellos consideraban inútil, y necesario en otras áreas del gasto público. Es por ello que una serie de fotografías recién salidas a la luz muestran la triste realidad de las instalaciones olímpicas.
Apenas seis meses después de terminados los juegos, las instalaciones en la segunda ciudad más grande de Brasil quedaron sumergida en deudas y con obras vandalizadas y sin utilizar. El futuro de los edificios abandonados es incierto, pero al parecer no son una prioridad de las autoridades.