Mientras que algunas partes del mundo sufren inundaciones por las intensas lluvias, Europa está sobrellevando una de las olas de calor más grandes en su historia registrada, llevando los picos de temperatura a un nuevo nivel. Pero el calor no solo ha provocado incansables incendios forestales, también una intensa sequía que ha reducido el nivel de las manchas de agua en todo el territorio afectado.
A consecuencia de ello, el nivel de los ríos ha bajado y dejado al descubierto un mensaje que los antiguos pobladores labraron, literalmente, en piedra. Se les conoce como hungersteine o piedras del hambre, por su traducción del alemán. Son el testimonio de las generaciones pasadas ante eventos climáticos, económicos y sociales que se han acontecido a lo largo de la historia.
Las piedras tienen mensajes que alertan de las consecuencias que se avecinan cuando el nivel del agua de los ríos baja. Están distribuidas desde República Checa hasta el mar del Norte, atravesando por países como Alemania. Algunas de ellas tienen inscritos grabados que datan de fechas cercanas como 2002 o 2018, las últimas veces que bajo el agua de esa manera. Pero también hay piedras legibles con textos desde 1417 y 1473.
Los mensajes son desalentadores: “Si me ves, llora” o “La vida volverá a florecer una vez que esta piedra desaparezca”. Tales mensajes fueron dejados como un recordatorio físico de lo que puede ocurrir cuando la naturaleza da esos pasos. Con el río con menos agua, se ve afectada directamente la economía. La agricultura y la ganadería dan un golpe duro a la obtención de alimentos.
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Pero estas piedras no solo fueron dejadas para conmemorar los niveles de agua, sino que tienen una estrecha relación con la hambruna. Hay piedras en Alemania que datan del final de la Segunda Guerra Mundial, en el invierno de 1946 a 1947, donde 60 kilómetros del río Rin se congelaron, paralizando la navegación. Las personas morían de frío o hambre porque no se podía transportar el carbón para prender las estufas.
La crisis del agua en Europa va en aumento y aunque se espera una recuperación, los expertos han advertido que esta no será la última ola de calor. Cada vez serán más frecuentes y con mayor intensidad. Esta es solo una viva prueba del cambio climático y cómo amenaza la supervivencia de varias especies, siendo los humanos, una de ellas.
El 2022 será el año en que varias piedras adquieran una nueva inscripción para contar los desastres ambientales del calor. Aunque la pregunta yace en el tiempo en que tardarán en ser cubiertas por el agua y salgan una vez más a la vista del mundo.