Estos activistas simplemente no encuentran mejores formas de dar sus mensajes. El 14 de octubre arrojaron dos latas de sopa de tomate Heinz a Los girasoles, de Vincent van Gogh, y ahora una de las 25 pinturas de la serie Almiares (Les Meules) de Claude Monet fue vandalizada usando puré de papa para llamar la atención. El cuadro es un tesoro cultural valuado en unos 110.7 millones de dólares.
El ataque ocurrió el 23 de octubre en Potsdam, Alemania, en el museo Barberini. Un par de activistas climáticos, pertenecientes a Letzte Generation (Última generación en alemán) lanzaron puré de papa al cuadro del impresionista francés, para acto seguido pegarse al suelo y empezar con su mensaje contra los combustibles fósiles y la corrupción que los vuelve un peligro para el planeta. Su mensaje es importante, pero sus métodos amenazan con dañar al patrimonio cultural de la humanidad.
El discurso
We make this #Monet the stage and the public the audience.
If it takes a painting – with #MashedPotatoes or #TomatoSoup thrown at it – to make society remember that the fossil fuel course is killing us all:
Then we'll give you #MashedPotatoes on a painting! pic.twitter.com/HBeZL69QTZ
— Letzte Generation (@AufstandLastGen) October 23, 2022
Con la premisa de “si lo que se necesita para recordarles que los combustibles fósiles nos matan a todos es salsa de tomate o puré de papa tirados a una pintura, entonces se los daremos”, Letzte Generation publicó el video del atentado contra Les Meules, donde se observa a los dos activistas ataviados con trajes naranjas de control de tráfico, tono adoptado también por el movimiento ambientalista Just Stop Oil, responsable del atentado contra Los girasoles hace poco más de una semana.
La gente muere de hambre y frío. Nos encontramos viviendo una catástrofe climática y lo que los asusta a ustedes es sopa de tomate o puré de papas sobre una pintura. A mí me asusta que la ciencia nos dice que para 2050 no podremos alimentar a nuestras familias y entonces esta pintura no valdrá nada, cuando tengamos que pelearnos por la comida.
El museo: los entendemos, pero no m***n
Más tarde, el museo de Barberini comunicó que la pintura no sufrió daños debido a que estaba protegida por vidrio y que para el 26 de octubre debe estar de vuelta en exhibición. Igualmente, la policía aclaró que se respondió de inmediato al incidente, pero no se hizo pública la información sobre arrestos o cargos, aunque sí se aclaró que cuatro personas estuvieron involucradas en el atentado. A pesar de que no se sabe exactamente qué ocurrió después con los protestantes, Ortrud Westheider, la directora del museo, dijo empatizar con los protestantes aunque se encontraba incrédula frente a sus métodos:
A pesar de que entendemos la urgencia de las preocupaciones de los activistas frente al cambio climático, simplemente estamos sorprendidos e impactados por los medios a los cuales están dispuestos a recurrir para llamar la atención de los medios y darle peso a sus demandas.
La ironía de sus métodos
Es sumamente interesante que el discurso que inicia justo después de haber lanzado comida a la pintura, evidentemente desperdiciándola, fuera “la gente está muriendo de hambre”. Esta no es la única inconsistencia presente en las protestas, que han hecho objetivo a obras de arte culturalmente relevantes, pues son indiscriminadas en cuanto al trasfondo de las obras y de sus autores, buscando solamente el impacto mediático.
Así, esta especie de performance trata de llamar la atención con un acto impactante (el ataque a símbolos que son caros a todos los humanos), lo que es irónicamente similar al modo en que el impresionismo de Monet apelaba a los sentimientos más que a los sentidos o al “sentido común”. Además, los activistas ignoraron el enorme amor de van Gogh por nuestro mundo cuando atacaron a Los girasoles, pues el neerlandés vivió siempre atento y cercano al ciclo vital del planeta, a su relación con lo humano y al sufrimiento que la industria energética (en su caso, del carbón) afectaba al devenir de quienes menos tenían.
Más activismo coordinado
El ataque a base de papas sobre la pintura de Monet fue solo una extensión más de las protestas alrededor del mundo de activistas que buscan llamar la atención sobre sus causas y que han tenido su mayor concentración en Reino Unido. De hecho, una comitiva “ecológica” saturó un cruce peatonal al noroeste de Londres a la 1:00 p.m. el mismo día del ataque al Monet.
Otros protestantes bloquearon el famoso Abbey Road en St. John’s Wood al norte de Londres, que fue el marco icónico de uno de los álbumes más legendarios de los Beatles, Abbey Road. Además, horas después del ataque a Los girasoles, Just Oil pintó de naranja el letrero del cuartel general de New Scotland Yard en Westminster, también en Londres, lo que llevó a 24 arrestos. Pero como están en contra del aceite, probablemente sea soluble en agua, así que no hay de qué alarmarse. Así, los ambientalistas y sus protestas fuera de serie continúan, para bien o para mal.