Para una chica que llega a los 15 años es la oportunidad de tener una gran fiesta (obviamente dependiendo de las posibilidades de su familia), con un banquete, baile, bebida y regalos, pero una quinceañera de Chihuahua, México, nos demuestra que hay mayor felicidad en compartir con los demás. Suri Yamileth Solís Mayoral llegó a la llamada “edad de las ilusiones”, pero en lugar de derrochar en una celebración decidió repartir el banquete entre personas que no tienen qué comer.
Esta bella jovencita tiene más de un año trabajando en una organización llamada Ángeles Mensajeros, dedicada a hacer labores para ayudar a personas que viven en extrema pobreza y en situación de calle, así que pensó que ya que su familia iba a hacer el gasto en su fiesta, qué mejor que la comida se repartiera entre aquellos que por diversas circunstancias no tienen las posibilidades de hacer las tres comidas al día, o a veces ni una.
Al principio los padres no estaban de acuerdo, pues consideraban esto como una locura de su hija, pero ella se encargó de convencerlos y animarlos para que la apoyaran, y terminaron por aceptar ya que a final de cuentas ella era la festejada y esa era la forma en que deseaba celebrar.
Carlos Mayorga, tío de Suri fue el encargado de coordinar el evento que se realizó en un parque público de la ciudad de Chihuahua y previo a esto hicieron promoción en redes sociales y acudieron a las calles donde duermen muchas de estas personas y les entregaron una invitación.
Creíamos que era el pretexto perfecto para acercarnos con estos hombres y mujeres que deambulan por las calles y que muchas veces batallan para llevarse un pan a la boca, es por ello que más de 650 platillos se entregaron para compartirlos con estos hombres e inclusive familias completas.
-Carlos Mayorga
Para la ocasión se preparó una “discada”, que es un platillo tradicional en el Norte de México, a base de carne y embutidos, de la que se entregaron 500 órdenes de tacos, además de 150 porciones de frijoles charros, y claro, no podía faltar el pastel, de los cuales se compartieron 15 y 200 litros de agua fresca. En la plaza se colocaron mesas adornadas y sillas para que todos los invitados pudieran disfrutar del evento.
Al final todos terminaron muy contentos: los invitados porque pudieron disfrutar de algo de comida y de un momento de esparcimiento, porque además del hambre tiene que soportar el rechazo de las personas. Suri, quien se ha dado cuenta que la hace más feliz el compartir con los demás que el recibir, y por supuesto los padres de esta quinceañera, quienes no pueden estar más orgullosos del gran corazón demostrado por su hija.