El pequeño Max no ha tenido una vida fácil, ya que lo echaron del criadero de perros en el que vivía porque tiene los ganglios inflamados. Estas estructuras se encuentran a lo largo de todo el cuerpo, sobre todo en la cabeza y el cuello, y su función es la de combatir bacterias y virus para que no ataquen otras zonas del organismo.
Cuando los ganglios se inflaman es señal de que algo no está bien, pero para determinar las causas de la inflamación es necesario hacer algunos análisis que no son tan baratos, pero este perrito y Yoselín Macías, su compañera humana, están haciendo lo posible en su natal Hermosillo, Sonora porque todo esté bien.
Hace dos semanas le vendieron a mi mamá unos pájaros. El señor que vende estos animales nos dijo que tenía un perro, que otros perros no lo dejaban comer y lo mordían, que si lo queríamos y le dijimos que sí. Él tiene una bola en su cuello, lo llevamos al veterinario y nos dijo que era una infección mal tratada. Nos dio un tratamiento y sí se le redujo, pero toqué otras partes de su cuerpo y me di cuenta que tiene bolas en todo el cuerpo.
—Yoselín Macías
Desde entonces esta chica dedica dos horas diarias a la venta de cupcakes y otros postres, pues su trabajo como estilista de perritos no le da lo suficiente para cubrir lo que Max necesita, ya que le ha comprado vitaminas además de realizarle una biopsia entre otras cosas, en lo que ya ha gastado cerca de 100 dólares.
Se trata de un perrito joven, por lo que Yoselín se esfuerza porque esté bien, aunque a decir de los médicos probablemente requerirá de quimioterapia, pero deben esperar los resultados de la biopsia para saber con exactitud qué tratamiento se le debe dar.
Por lo pronto sigue con la venta y pidiendo el apoyo de las personas a través de sus redes sociales, pues también se requiere alimento para Max, que está bajo de peso y por momentos muy decaído.
No dejen de apoyar a Max y hacer oración por él para que se recupere y pueda jugar y correr como todos los perritos que andan en la catedral cuando vamos a vender los postres. Me da nostalgia verlo a él acostadito y cansado, mientras los demás perritos andan corriendo y jugando.
—Yoselín
Afortunadamente no han faltado almas caritativas que aportan alimento y acuden a comprar los postres para que Max reciba la atención que necesita, esperando que pueda librarse de la enfermedad.
De acuerdo a medios locales, no es la primera vez que Yoselín se hace cargo de casos como este, pues anteriormente ha rescatado a otros perros, ha trabajado en clínicas veterinarias e incluso en una ocasión rescató a un loro que encontró enredado entre unos cables, al que llevó a su casa, junto a otras aves, su gato y los peces con los que vive.
Ojalá que todo este esfuerzo se vea recompensado con la salud de Max.