Con el reciente empoderamiento de las escuelas y los educadores en Estados Unidos sobre el respeto a la identidad de género de sus alumnos, oficializado en el título IX ,han habido tanto beneficios como controversias y temor de que los padres “pierdan la capacidad” de participar en la determinación de la forma en que sus hijos son tratados.
Obligada por una escuela intermedia del condado de Geary, en Kansas, a usar pronombres no binarios cuando hablaba con sus alumnos, pero al mismo tiempo a usar los pronombres asignados al momento del nacimiento mientras hablara con los padres, la maestra retirada Pamela Ricard, de 58 años, demandó a la institución por esas imposiciones y obtuvo 95 mil dólares por un acuerdo para retirar la demanda.
Acusada de discriminación
En 2021, Ricard, exprofesora de la materia optativa Estrategias Matemáticas en la escuela Fort Riley, tuvo problemas en repetidas ocasiones por entrar en conflicto con las autoridades de la escuela. El consejero de la escuela le dijo que uno de sus estudiantes prefería los pronombres él/el, lo que fue confirmado por un compañero de clase.
Luego de seguir llamando al estudiante por el apelativo de “señorita”, la profesora fue suspendida por tres días y regañada formalmente. Una semana después de su regreso a las aulas, el personal recibió documentos para entrenarse acerca de la diversidad de género. Además, quienes no se adhirieran a esos lineamientos de respeto a la diversidad serían disciplinados por discriminación.
Engaño por consigna
El mayor problema de todos surgió cuando la escuela envío mensajes encontrados: El personal debía respetar el nombre adoptado por los alumnos, pero frente a los padres deberían seguir siendo llamados por sus “nombres dados e identidad de género dada” (los asignados al nacer y en documentación oficial).
Aquí fue de donde Ricard se agarró, pues aseguró que no podía mantener esa doble moral debido a su fuerte convicción de que estaba mal mentirle a los padres con respecto a la identidad de género de sus hijos, por lo que la profesora inició una demanda contra la escuela.
Argumentos basados en la religión
Apelando a sus “fuertes convicciones cristianas” y a su crianza firmemente basada en la fe, la defensa de Ricard metió una demanda en marzo de este año, en la que la profesora defendía su “derecho de usar los pronombres asignados al momento del nacimiento por sus sinceras creencias religiosas sobre la persona humana y el sexo biológico” .
Así, los abogados de la maestra aseguraron que “la señorita Ricard cree firmemente que Dios creó a los seres humanos como hombres o como mujeres, hecho que está fijo desde el momento de la concepción y no puede cambiar, sin importar los sentimientos, deseos o preferencias de las personas”, lo que formó el grueso de la defensa de la profesora.
Nadie se mete con “la primera enmienda”
Ya con el asunto convertido en una situación de defender las convicciones religiosas de la profesora, el asunto cambió radicalmente, pues la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos establece la libertad de religión, junto a la de expresión y reunión, que son consideradas los fundamentos de la nación.
Sin querer meterse en más embrollos, el equipo legal de Ricard llegó a un acuerdo con las autoridades educativas y se fijó un pago de 95 mil dólares por restitución de daños y pago de honorarios de sus abogados, demostrando que si te amparas en la libertad de expresión o de culto, “todos tus sueños se harán realidad”. Bueno, eso o al menos ganarás la mayoría de las veces tus querellas legales, llevándote casi 100 mil dólares a casa. La profesora se retiró de la enseñanza en mayo, agregando este dinero a su fondo del retiro.
Misgendering y deadnaming
Los términos misgendering y deadnaming se refieren a usar los nombres y pronombres dados al momento del nacimiento a una persona transgénero o no binaria en vez de aquellos que la persona haya elegido adoptar, lo que es percibido como algo inapropiado y, particularmente, dañino para los jóvenes LGBTQ+.
Incurrir en esta conducta, que incluye evitar emplear pronombres o insistir en no aceptar la identidad que la persona no binaria ha adoptado, ha sido identificado como un desencadenante de estrés y trauma, lo que podría llevar a profunda depresión e intento de suicidio.