¿Dieta macabra pero efectiva? ¿Es saludable el canibalismo? ¿Solo busca llamar la atención? Casie, de 26 años, oriunda de Tennessee, hizo acto de presencia en el programa de TLC, Mi extraña adicción, donde admitió comer las cenizas del cadáver de su marido por lo menos cinco veces al día… y haber bajado casi 20 kilos.
Su esposo, Sean, falleció en 2011 debido a un ataque de asma, apenas dos años y medio luego de conocerlo. La pareja llevaba dos años de casados cuando fue separada por la muerte.
Así comenzó
Al principio, cargaba las cenizas de mi marido a todos lados: a la miscelánea, de compras, al cine, al almuerzo… a donde quiera que fuese, él iba conmigo; siempre que hago el mandado, compro la comida que a él le gusta, cuando cocino es lo que él prefiere; no lo como, pero lo cocino para él. Hay quienes se ríen, piensan que juego, pero es en serio, a final de cuentas, es mi marido.
Supongo que por traerlo por todos lados, un poco de ceniza cayó en mis manos… no quería ‘limpiármelo’ de las manos, ‘es mi marido’, pensé, así que lo lamí de mis dedos. A dos meses de haberlo hecho, no puedo parar de hacerlo: me estoy comiendo a mi marido.
¿Cuántas chupadas se necesitan…?
Primero lamo mi dedo y lo sumerjo (en las cenizas), luego lo revuelvo hasta que se hace una pasta y simplemente lo como. Sabe a huevos podridos, arena y papel de lija, pero he llegado a amar ese sabor. Al principio, no quería deshacerme de él, pero ahora no puedo dejar de comerlo.
Casie asegura haber perdido más de 19 kilos luego de la muerte de su esposo y a dos meses de haber comenzado su estrafalaria dieta:
He perdido 42 libras desde que mi marido murió; básicamente lo único que como son sus cenizas.
Placer culpable
Cuando abro la urna, me da una sensación de felicidad, como si un acelerón de adrenalina me sobrecogiera y mientras más como, más me excita, hasta que me doy cuenta que no queda mucho.
Pocos minutos después, me siento horrible por haberlo hecho, me hace sentir avergonzada, asqueada conmigo misma, porque tienes que ser una persona enferma para comer las cenizas de alguien.
Separación final
Tengo que dejar de comerlo. Ya lo perdí una vez, en esta ocasión será mi culpa si lo pierdo nuevamente.
Casie ha admitido, desolada, que las cenizas de Sean se “están acabando”, por lo que si no deja de comérselo, lo perderá definitivamente. Si la joven mujer no detiene su bizarra compulsión pronto, la urna que abraza mientras duerme y en sus salidas para hacer la compra será solamente un cascarón vacío.