Cuando Jaspen Boothe, una mujer, mayor del Ejército, se enteró que solo cuatro personas asistirían al funeral de Serina Vine, una veterana de la Segunda Guerra Mundial, sin hogar, no solo decidió asistir, sino que tomó cartas en el asunto.
“En la milicia no servimos solos, por lo tanto, no hay que morir solo”.
Serina Vine sirvió al ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial. Poco se sabe sobre la vida de esta mujer, aparte del hecho de que sirvió en la Marina entre 1944 y 1946, y fue encontrada -aparentemente con signos de demencia- en las calles de Washington, DC en 1995. Fue llevada al Departamento de Asuntos de Veteranos y Comunidad Centro de Retiro, donde vivió hasta su muerte, a la edad de 91 años.
Por su parte, William Jones, un marino retirado, que fue quien invitó a la mayor Boothe al funeral, también investigó un poco más sobre la fallecida y descubrió que se graduó de la Universidad de Berkeley en 1954, y según sus cuidadores en el lugar donde vivió sus últimos años, Serina hablaba 3 idiomas; le encantaba bailar y acudía a misa todos los domingos.
Pero Boothe, una veterana que tampoco tenía hogar y ahora dirige una organización no lucrativa para mujeres veteranas sin hogar, llamada final Salute, no solo aceptó la invitación, sino que le escribió a todos los grupo de veteranos para pedirles que asistieran a este funeral.
“Estaba pensando que con mi esfuerzo tal vez se presentarían 20 o 30 personas, pero cuando llegué, había cientos de coches estacionados”, dijo Boothe, de 38 años.
Boothe se identificó mucho con la historia de Serina. Ella estaba a punto de ser enviada a Irak para ser jefe de la sección de correos, cuando el huracán Katrina, en agosto de 2005, la dejó a ella y a su hijo de 9 años de edad, Brandon, sin hogar.
Las cosas se pusieron aún peor un mes después, cuando se le diagnosticó cáncer de adenoides, que por lo general afecta a las glándulas salivales. Ahora es veterana con discapacidad que vive en Haymarket, Virginia, sirviendo como oficial de alto rango en recursos humanos en la Reserva del Ejército, además de trabajar en su asociación, llamada “Saludo Final”.
Y fue precisamente a Boothe a quien le correspondió dirigir unas palabras durante el funeral, y dijo:
“Cuando me tocó hablar, me referí a mí como la hermana de Serina, no porque fuéramos criadas por los mismos padres, sino porque en un momento dado, las dos nos criamos por nuestra parte, y de acuerdo en servir a nuestra nación.
“Ella no tendrá amigos ni familiares, pero aquí estamos de pie, en solidaridad, juntos como su familia”.
Katie Bryan se hizo cargo de las pertenencias de Serina, y fue quien organizó el funeral, asimismo, manifestó que buscará a familiares la veterana fallecida, para entregarle la bandera con la que se cubrió el ataúd, una costumbre del Ejército.
Sin embargo, dijo que la búsqueda durará 6 meses, y después de eso, si no se encuentra a alguien, la bandera será donada al Memorial de Mujeres Militares de América.