Bien dicen que “ladrón que roba a ladrón, tiene 100 años de perdón”, pero en una sociedad como en la que vivimos actualmente, en donde la gente se intenta aprovechar de los demás, ¿qué pasa cuándo estafan al estafador?
Un bribón descubrió, en carne propia, las consecuencias de su deshonestidad e incompetencia, pues su víctima, una señora de 73 años, le ganó en su propio juego y lo puso a disposición de las autoridades.
Estafador incompetente, abuela calculadora
Jean Ebbert, una abuela neoyorquina oriunda de Long Island, anteriormente operadora del Número Universal de Emergencias, el 911, se convirtió en objetivo de un timador que pretendía hacerse pasar por su nieto. Una mañana, Jean recibió la llamada del impostor, que le comunicó las “desafortunadas noticias” de que él (su presunto nieto) había sido arrestado mientras manejaba ebrio.
¿Intuición? ¿Experiencia profesional? ¿Confianza inquebrantable en su familia? ¿El hecho de que todos sus nietos eran demasiado jóvenes para conducir (o beber)? El caso es que el pillo jamás engañó a Jean, quien no solo no iba a caer en la trampa, sino que iba a tender su propia celada. En palabras de la propia Jean, “iba a jugar el juego realmente bien, justo desde el principio”.
Abue, necesito 8 mil, pero ya…
Convencido de sus sobresalientes habilidades histriónicas, el estafador pidió 8000 dólares, con el pretexto de pagar su fianza. Ante la petición, Jean le aseguró que le daría el dinero, pues solo quería ayudarlo, pero la verdad era que ella ya estaba planeando su detención. ¿Qué sería de una trampa sin carnada?
Después de pensar en un lugar para verse y que Jean le entregara el dinero, esta lo convenció de que fuera a su casa. El estafador accedió de inmediato, pues pensó que había logrado su cometido, sin ningún problema. Pero nunca se imaginó que la víctima de esa llamada telefónica era él y no la abuela.
Al enemigo se tiende puente de plata…
El rufián se presentó puntual a recoger el dinero de la fianza, o sea, su botín. Timbró, ansioso, relamiéndose por la pequeña fortuna que estaba “por ganarse”. Sin embargo, lo que obtuvo no fue lo que esperaba.
Después de tomar el sobre que contenía el supuesto dinero, que solo eran toallitas de papel, el hombre se apresuró a retirarse de la escena. Sin embargo, apenas bajaba los escalones de la entrada cuando oficiales de la ciudad de Nueva York, que se encontraban al acecho, lo sometieron para impedirle la huida.
Uno menos
El delincuente fue tomado bajo custodia, resultando ser un hombre de 28 años, llamado Joshua Gómez, quien terminó siendo acusado de intento de hurto mayor en tercer grado, es decir, trató de robar más de 3000 dólares. Además, fue penado en Nueva York con un mínimo de tres años de prisión para reincidentes y un máximo 15 años tras las rejas.
Jean fue valiente al enfrentar al rufián, pero la verdad es que ese tipo de delincuentes es muy común y a casi todo el mundo le ha pasado que intenten hacerlo víctima de una estafa similar. Sin embargo, hay que reconocer que se necesitan nervios de acero y decisión para tender una trampa como esta. La verdad es que nosotros no jugaríamos póquer con esta abuela neoyorquina ni de chiste.