Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Una ciudad donde el glamur, el lujo y lo exótico conviven todos los días. Un sitio que no duerme y siempre se mantiene con las luces encendidas. El sonido de las máquinas de los casinos se vuelve la canción que todos conocen. Pero debajo de “La ciudad del pecado” se esconde un secreto que pocos conocen y que aquellos que están al tanto, prefieren ignorar.
Dentro de los túneles construidos para desalojar el agua de lluvia vienen personas sin hogar, sin servicios básicos ni un sostén. Se autodenominan “gente topo” y han encontrado en los túneles una opción para refugiarse. Sin embargo, viven con incertidumbre, pues el agua de lluvia podría arrastrarlos y llevarse todo lo que han construido. Un equipo de periodistas de Bild recorrieron los oscuros túneles para compartir las historias de las familias que viven ahí.
Es un sitio donde no hay ley, la vigilancia no existe y el más fuerte es el que sale victorioso. Eso es algo que Angell, de 54 años, lo sabe. Ella es de Texas, pero ha vivido en los túneles por cinco años. Cuenta cómo el número de personas viviendo bajo tierra difiere, porque no todos se quedan a vivir permanentemente, algunos van y vienen, pero en algunos momentos han sido hasta 50 personas. Este hacinamiento provoca roces que muchas veces terminan en accidentes fatales.
Aquí no hay cámaras e incluso he oído hablar de asesinatos.
Es duro hacer que me estremezca, pero lo peor que he visto ahí abajo fue cuando un artista que vivía en el túnel le cortó los dedos a otro sintecho.
— Angell
Al lado de Angell, vive Tommy, de 55 años, junto a su mujer Shay, que han adaptado el lugar para hacerlo “más acogedor”. Frente a sus zonas hay un letrero de cartón con un “Aloha” escrito y las paredes están adornadas con oraciones hawaianas. Ellos han construido su hogar con un colchón, algunas cajas y cartón. Tommy acabó como un sintecho después de volverse adicto a las drogas y las apuestas. Desafortunadamente, aún consume metanfetaminas.
A diferencia de las superficies, ahí las luces no existen. Es una oscuridad que se corta con la fortuna de aquellos que tienen una lámpara y el lujo de unas baterías. No saber si es de día o de noche, es tal vez el único parecido que tienen con la gran ciudad.
No se sabe si es día o de noche, cuando nuestro reloj dice que son las seis, no sabes si son las seis de la mañana o de la tarde. Si viene un poco de luz del final del túnel, lo sabemos: es de día.
Iniciar una vez más se ha vuelto una constante para Tommy y Shay, pues con las lluvias, las cloacas recogen el agua para sacarla de la superficie. Su hogar puede ser arrastrado y destruido en cualquier momento. Además, los múltiples objetos en los túneles se vuelven mortales con el agua, ya que pueden golpear a la gente topo y provocar que se ahoguen.
Esto nos ha pasado 10 veces. Cuando viene el agua, lo arrastra todo, así que tenemos que empezar de cero.
Otro de los habitantes de los túneles es Rusty, una mujer de 54 años, que lleva un lustro viviendo debajo de la tierra con su marido y dos perros. Ella vivía de sus prestaciones sociales, pero su marido no podía vivir más con ella debido a su pasado, así que ella decidió comenzar a vivir con él en los túneles. Sin embargo, no encajar en un lugar puede ser peligroso y ella ya no se siente bien ahí.
Al principio, me gustaba estar aquí, pero ya no. Los demás no me aceptan como uno de ellos. Envenenaron a mi perro, estuvo a punto de morir.
—Rusty
La vida no es fácil para ellos, pero han encontrado un viejo jacuzzi que ahora usan para bañarse y tienen una bañera en donde lavan su ropa. Además, una vieja hielera es su refrigerador. Sin embargo, este no mantiene fríos los escasos alimentos que puedan conseguir y la poca agua, si es que hay, la utilizan para soportar el fuerte calor de Las Vegas.
Los habitantes del túneles no esperan quedarse ahí toda la vida, pero la falta de oportunidades para encontrar viviendas económicas lo vuelve complicado. Aunque han progresado en encontrar soluciones realistas, muchos siguen viviendo escondidos en un agujero.
No queremos ser olvidados: hay una cosa peor que matar a alguien y es olvidarlo. Si te olvidas de alguien, esa persona nunca existió. Y esta es nuestra historia, somos olvidados.
— Anthony, un habitante más de los túneles