Bien dicen que ser padre de familia es una lucha constante y para ganar la guerra, debes convertirte en guerra. Así, este hombre se puso las pilas, se armó hasta los dientes y ahora lleva a su familia de compras completamente equipado y preparado para enfrentar cualquier reto en su tanque de guerra.
Al haber invertido 24 mil dólares en un carro de combate, Gary Freeland, británico de 35 años de edad, no iba a desaprovechar su inversión y puso a trabajar a su nueva adquisición, usándola para sus actividades del día a día, incluidas las idas al supermercado.
Misión: el mandado
Oriundo de Amesbury, en Wiltshire, el excéntrico Freeland gusta de sorprender a propios y extraños llevando a sus chicos Freddie, de 13 años, Phoebe, de 9, y Harrison, de 1, de paseo y al mandado en su vehículo blindado FV106 Samson.
Cuando los chicos saben que vamos en el tanque, no pueden esperar a ir a ayudarme con las compras.
Pero el uso del vehículo bélico no se limita a sus salidas de compras, sino que lo aprovechan para paseos de recreación y para llevar a su hijo Freddie a fiestas de cumpleaños, convirtiéndolo en el “alma de la fiesta”.
Ventajas y desventajas
Sin embargo, no todo es genial para un conductor urbano de tanques de guerra, pues llenar el depósito de combustible cuesta 964 dólares y al momento de estacionarse, la gente se la pone difícil al quedarse muy cerca. Tampoco ayuda mucho con las prisas, ya que su velocidad máxima es de 80 km por hora.
Por otro lado, la atención que les gana, el entusiasmo de sus hijos y el amplio espacio para guardar las compras hacen que valga la pena el esfuerzo y sacrificio. Además, el hecho de que su hijo Freddie le ayude con indicaciones en situaciones de difícil navegación los ha acercado demasiado.
Entusiasta militar
Desde su juventud, Freeland ha desarrollado un gran amor por los vehículos bélicos, sobre todo debido a que su abuelo disfrutaba coleccionarlos.
Tal fue su agrado por el pasatiempo de su abuelo que fue suficiente para convencerlo de enrolarse en la milicia a la tierna edad de 16 años. Actualmente, Freeland sigue en el ejército y trabaja en el mantenimiento de tanques en distintas bases militares.
Tradición familiar
Su hijo mayor también ha ido desarrollando afición por los vehículos militares y muy seguido comparte videos y fotos del tanque con sus amistades. Por otro lado, la esposa de Freeland no ha querido subirse, pues cree que es un loco, aunque uno divertido. Sin embargo, el militar no pierde la esperanza de que algún día su dama se monte en su carruaje… de combate.
Así como Freeland fue inspirado por su abuelo, probablemente el carro de guerra del soldado sea inspiración para sus hijos:
Los chicos lo adoran y siempre se quieren involucrar en asuntos del tanque. Les encanta trabajar en el mantenimiento, justo como yo lo hacía junto a mi abuelo.