En una época donde se ha aceptado sin meditación alguna la sentencia de que el medio es el mensaje, se crean grandes discrepancias estéticas que definen clases sociales y el papel que una persona puede jugar en este sistema. Por ello este hombre, con sus propios recursos, ha ido contracorriente al elaborar sus propias tarjetas profesionales con sus propios recursos y al escribirlas de su puño y letra.
Mario es oriundo de Mérida, Yucatán, en México, y desde hace unos días se ha vuelto tremendamente viral debido a que alguien subió a las redes las fotos de su tarjeta de presentación. Un cartoncito donde el hombre ofrece sus servicios de contratista y que está hecho totalmente a mano.
En la tarjeta se puede leer que el señor Mario es un verdadero estuche de monerías, pues le sabe de “pe” a “pa” a ocho trabajos distintos, que son: albañilería, jardinería, plomería, pintura, instalaciones eléctricas, deshierbe, lavado tinacos y limpieza en general. En la tarjeta, el hombre deja sus números de contacto y escribe que toda la semana tiene disponibilidad.
El diseño de la tarjeta es impecable y la imagen del hombre trabajando es bonita; vale la pena echarle un vistazo. Se trata de un plomerito cargando una escalera de la que salen ramas de árbol con hojas y flores, como dando a entender que su trabajo le da vida y que lo hace con verdadera pasión.
Nuria Almeida fue la usuaria de Facebook que viralizó las tarjetas del señor Mario y, actualmente, muchas personas le han comentado que ya le han dado trabajo al hombre y que lo ha hecho de manera profesional, por lo que recomiendan que lo contraten para cualquier tarea ofrecida por él.
Enhorabuena por el señor Mario y por la gente tan empática. Más allá de hablar del comentario trillado del que quiere salir adelante lo hace con perseverancia, deberíamos centrarnos en que el mensaje no es “miren, es un hombre chambeador que se las ingenia para salir adelante a pesar de sus recursos limitados”, sino en el simple hecho de “mira, sabe hacer estos trabajos y me ayudan sus habilidades”. Es decir, el medio debe quedar fuera, no importa el material o la hechura de las cosas; al final, lo que importa es la comunicación y la apertura humana fuera de prejuicios.