Miles de fieles hinduistas se reunieron en el pico de un volcán en Indonesia para arrojar ganado, comida y dinero al cráter como muestra de una ofrenda espiritual. Esta ceremonia centenaria se realiza con el fin de complacer a los dioses y traer prosperidad a los pueblos Tengger, el grupo indigente al este de Java.
Esta tradición anual se retomó después de un pausa por la pandemia de covid-19. Los fieles escalaron las empinadas laderas para llegar a la cima y realizar los sacrificios. Se podía ver a personas con cabras, pollos y vegetales en la espalda escalar el Monte Bromo, como parte del festival Yadnya Kasana.
Un granjero de 40 años llamado Slamet llevó hasta el cráter del volcán una cría de vaca como ofrenda, pues dijo que una vaca puede ser considerada como un exceso, por lo que la llevó para “devolvérsela a Dios”. Después de las oraciones, el becerro fue entregado a uno de los aldeanos.
Por otra parte, personas se internaron con redes unos metros abajo del cráter para intentar capturar en el aire la comida que los fieles arrojaban al volcán con el fin de que no se desperdiciara. Otros agricultores arrojaron su ofrenda de coles y zanahorias.
El festival tiene sus orígenes en el folclor del siglo XV, en el reino de Majapahit, un imperio hindú-budista que se extendía por el sudeste asiático. Según la tradición, la princesa Roro Anteng y su esposo no podían concebir hijos, por lo que suplicaron a los dioses que les concedieran una familia.
Las oraciones de la pareja fueron respondidas y los dioses les prometieron 25 hijos siempre y cuando sacrificaran a su hijo menor, arrojándolo al interior del Monte Bromo. El propio hijo saltó voluntariamente para garantizar la prosperidad del pueblo de Tengger.