Muchos varones pasaron un calvario para brillar en los salones de clase y subir sus notas cada año o semestre, pero según esta investigación ser un prodigio en la academia no asegura el éxito financiero. Todos tuvimos a un amigo en la escuela que lloraba si sacaba menos de 9 en sus notas, mientras que el resto nos sentíamos en la gloria si alcanzábamos un 7.5 para aprobar las clases. Sin embargo, según la investigadora Karen Arnold, de la Universidad de Boston, en Massachusetts, ser nombrado como el mejor estudiante tiene sus ventajas y desventajas en el futuro.
Ella encabezó un estudio en el que se dio seguimiento académico y profesional a un grupo de 81 alumnos de secundaria. Gracias a sus buenas calificaciones, estos estudiantes fueron nombrados los mejores de su generación y fueron los que dieron el discurso de agradecimiento en las ceremonias de graduación.
La investigación evaluó lo que pasó con estos alumnos durante dos décadas, y al final los expertos se dieron cuenta de que tenían trabajos destacados, pero nunca llegaron a convertirse en empresarios ni en millonarios.
A diferencia de ellos, los alumnos que parecían tener peores calificaciones o que apenas alcanzaban a aprobar los cursos fueron quienes tuvieron más posibilidades de tener éxito económico, porque encuentran nuevas formas de usar su ingenio y brindan soluciones a problemas más cotidianos.
Según Karen Arnold, los estudiantes “brillantes” solamente son recompensados en las escuelas porque hacen muy bien lo que se les pide; es decir, se premia su conformismo, y en la vida real quienes se destacan son los que se arriesgan y crean sus propias reglas.
Esta investigadora muestra que los alumnos con buenas notas se vuelven parte del sistema que los educó, pero que los que no se ajustaron a ese esquema se destacaron en otras áreas, y es en ellas donde hay más billetes de por medio.
No se trata de dejar la escuela para convertirse en un “emprendedor” de la noche a la mañana, sino que en el mundo real las altas calificaciones de los chicos “cerebritos” tal vez no les ayuden a ver al resto del mundo desde la cima del éxito.