Nadie es perfecto, somos humanos y tenemos errores; es por eso que no les podemos caer bien a todas las personas y tampoco podemos evitar mostrar nuestro desagrado a quien nos cae mal, aunque lo intentemos.
Afirman que nuestro cuerpo, tono y volumen de voz dicen mucho más de lo que expresamos con palabras. Aunque de dientes para afuera las personas digan que no tienen ningún problema contigo, si pones atención a detalles como su postura y sus movimientos te darás cuenta de que en realidad están haciendo un gran esfuerzo por soportarte.
Si se trata de descubrir mentiras, quién mejor que un investigador retirado del FBI. No, no se trata de Jack Byrnes de La familia de mi novia, sino de Joe Navarro. Él escribió un libro llamado El diccionario del lenguaje corporal y ahí explica cómo nuestro cuerpo delata nuestras reacciones cuando estamos con alguien que no podemos ver ni en pintura.
Navarro describe cuáles son algunas de nuestras respuestas involuntarias de molestia y desprecio hacia los demás. Mientras que unas son medianamente controlables, hay otras reacciones que simplemente no puedes evitar.
La más obvia de estas señales es tener los brazos cruzados cuando estamos frente a alguien que nos desagrada, pero que por cortesía o necesidad tenemos que tratar. Es la señal internacional del “me caes mal” y aunque también es una posición defensiva que tal vez no tenga que ver contigo sino con la inseguridad de la otra persona, lo más probable es que tu presencia le incomode.
La posición de los pies y el torso también puede ser una señal de que quien está frente a ti preferiría estar en cualquier otro lugar. Según Navarro, puede que el otro dirija su mirada directamente a ti, pero si sus pies apuntan a otra dirección y su torso está ligeramente volteado, lo más probable es que esté listo para salir corriendo lejos de ti.
Otras señales menos obvias, pero todavía controlables, son la mandíbula y los labios apretados que delatan el esfuerzo que hacen las personas por no decirte tus verdades en la cara. Navarro también añade que la gente revela su incomodidad tocándose con frecuencia el cuello.
La respuesta más clara, pero curiosamente la más difícil de ver y controlar, es el tamaño de sus pupilas. El exagente dice que cuando estamos mirando a alguien que nos desagrada nuestras pupilas se contraen; es como si no quisiéramos ni verlo y es una respuesta natural que tenemos desde bebés.
No le puedes caer bien a todo el mundo, pero también es posible descubrir a quién le desagradas. Usa esta información con sabiduría y no te deprimas si de pronto te das cuenta de que en realidad les caes mal a todos.