Un hombre de Nueva Zelanda tiene la mitad de su cara tatuada con la palabra “DEVEST8”, que se traduciría a “devastado” pues, en su tiempo en prisión, buscaba crear temor entre sus compañeros. Ahora, después de ser liberado, el hombre no puede encontrar un trabajo.
Mark Cropp, de 19 años, pasó dos en prisión donde servía una sentencia por portar un arma y amenazar a turistas mientras hacía un trato de narcotráfico donde, además, Cropp intentaba vender cannabis falso, a los 17 años.
Extrañamente, en prisión el adolescente fue puesto en una celda con su hermano, quien fue el que lo convenció de tatuarse la palabra “DEVAST8” en el rostro, para que los otros prisioneros no lo molestaran.
Como cualquiera de nosotros, el chico estaba nervioso y no podía tomar una decisión, así que hizo lo que cualquiera hubiera hecho: se emborrachó con una bebida hecha en prisión (a base de manzanas fermentadas y pan), y ya con unas copas arriba aceptó el tatuaje. ¿Y quién lo pensaría? Ahora sus opciones laborales son reducidas.
Me puse muy borracho y antes de que me diera cuenta, mi cara estaba hinchada como una maldita calabaza.
Ahora, con su condena concluida, el chico ha ido a buscar trabajo a un gran número de lugares, donde su primera impresión no ha sido exactamente buena. Incluso, ha escrito en varios grupos de trabajo en Facebook, donde explica lo mucho que necesita trabajar:
Hola, tengo muchas ganas de trabajar, pero hay algo que me detiene y es mi tatuaje en la cara. Si saben de un lugar donde me puedan contratar, se los agradecería mucho.
Además, el adolescente dijo en distintos medios locales que la única razón por la que fue a la cárcel en primera instancia, fue por el mismo problema de dinero que tiene ahora:
Mi pareja, Taneia, estaba a punto de dar a luz a nuestro bebe, no tenía nada a mi nombre, no tenía dinero, y por eso cometí un crimen. Ambos fuimos echados de casa, no teníamos donde vivir.
La novia de Cropp tuvo a su bebé mientras él estaba en prisión. Lamentablemente, por las condiciones de pobreza e inestabilidad, ambos perdieron la custodia de la pequeña. La pareja ahora vive en un alojamiento de emergencia, y piden desesperadamente que su hija regrese.
Tal vez su situación haya sido un poco dura, aunque no se justifica su mal comportamiento, pero ahora deberá ser calificado por sus aptitudes y habilidades, y no por el error que cometió. Aunque, ¿qué esperaba? ¿En verdad pensó que con un tatuaje que le cubriría media cara sería bien recibido?
Pisar la cárcel fue tocar fondo, estaba pasando un mal rato. En la prisión la gente se mete contigo, te molesta, en ese momento me pareció bien tener algo con que intimidarlos. Esto no es lo que soy, quiero volver a empezar.