Quizá cuando te gastas tus últimos dólares de la quincena, sientes que algo no estaba bien, por lo que te planteas ir a vivir al mundo salvaje, lejos de la civilización y sus cadenas, como un Henry David Thoreau moderno. Resulta que alguien más pensó igual y él sí lo hizo y se lo tomó en serio.
Daniel Shellabarger, también conocido como “Daniel Suelo”, oriundo de Moab, en Estados Unidos, decidió alejarse del mundo y sus complicaciones innecesarias para tener una vida libre y plena e increíblemente lo logró, sobreviviendo por 16 años en cuevas a base de lo que pudo encontrar para su sustento y vivienda.
Una man cave en toda regla: La madre naturaleza cuida a los suyos… con ayuda de los botes de basura
La vida de Daniel podría parecer demasiado dura, pero, en sus propias palabras, la naturaleza y los deshechos de la sociedad son todo lo que necesita para mantenerse a gusto y saludable: ya sea recogiendo comida de los botes de basura o vegetales salvajes o cebollas que crecen cerca de su cueva, así como animales frescos recién atropellados.
Aunque dice que es posible encontrar bastantes fuentes de alimento más frescas que lo que se encuentra en la basura o atropellado en el camino, él no se siente nunca a gusto matando animales para comer, por lo que decidió tener una forma de vida más ecológica y aprovechar hasta el último deshecho siempre que fuera posible, llegando a decir que “nunca enfermó por algo que comiera de la basura”.
“Detengan el mundo, que me quiero bajar”
Cuando tuve un trabajo respetable en el pueblo, decidí que ya no quería pagar la renta, así que me lancé a vivir al aire libre. Saqué el dinero de mi bolsillo, me dirigí a una cabina telefónica en Pensilvania y lo puse todo sobre ella, pensando en que alguien más lo tomaría. Cuando me alejé de mi lana, fue un momento realmente místico para mí, sentí que la libertad me bañaba de la cabeza a los pies como si de cálida agua se tratara.
– Daniel ‘Suelo’ Sellabarger
Harto de vivir en un trabajo de 8 a 6, tener que estar siempre bajo las reglas del hombre y, sobre todo, pagar la renta, Daniel decidió buscar el cobijo de un hogar natural en las tierras salvajes de Utah, encontrando refugio en varias cuevas a partir de mediados de los 90. Allá por el otoño de 2000 se bautizó para su nueva vida, deshaciéndose de lo que lo ataba a la civilización, pero más de una década después descubriría que hay lazos muy difíciles de romper.
La familia ante todo: volviendo a auxiliar a los suyos
Desde el año 2000 hasta 2016, exceptuando un par de meses en 2001, mantuve una estricta política de no aceptar dinero ni de negociar con trueques, solo tomando lo que se me daba libremente, lo que se desechaba o lo que ya existía y que hubiera existido aunque yo no estuviera ahí. Solo me detuve y salí de ese camino cuando en primavera de 2016 mis padres me necesitaron.
La situación en la que Daniel vivió alejado del dinero y del esquema normal de vida duró por 15 o 16 años, cuando el envejecimiento de sus padres lo obligó a volver para ayudarles con sus finanzas, pues ellos no podían valerse por sí mismos a esas alturas. Aún así, el hombre ya mayor no parece arrepentirse de nada y aún defiende su propia versión de La desobediencia civil.