Cuando fuimos niños, la mayoría de nosotros teníamos que esperar a Navidad o nuestros cumpleaños para tener el juguete que más deseábamos en todo el mundo. En cambio, esta estrella infantil de Internet puede comprarse el que se le antoje con su enorme fortuna.
Desde que tenía apenas tres años de edad, Ryan Kaji comenzó a aparecer en videos de YouTube haciendo lo que a todo niño le encantaría: abrir juguetes y disfrutarlos. Este pequeño de Texas además de divertirse jugando, empezó a ganar por hacerlo y así encontró la fórmula del éxito.
Poco a poco fue sumando cada vez más seguidores en su canal Ryan’s World hasta que finalmente en el año 2018 logró convertirse en el youtuber mejor pagado de Internet y, obviamente, en el niño más afortunado porque independientemente del dinero y la fama, él estaba viviendo una infancia llena de diversión.
En el 2019 volvió a ser reconocido como la estrella de videos mejor pagada de la plataforma YouTube y parecía que su vida ya no podía ser más perfecta. Pero no todo podía ser miel sobre hojuelas, juguetes y risas.
En septiembre del 2020, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos acusó a los padres de Ryan de no divulgar apropiadamente el contenido patrocinado en los videos. Es decir, que en los videos de este pequeño no se podían diferenciar claramente las marcas que lo financiaban.
Aunque atravesaron por este pequeño tropiezo con la Comisión, los padres de Ryan respondieron que ellos estaban siguiendo las reglas establecidas en la plataforma y pudieron continuar subiendo videos que les generaban jugosos ingresos.
Así es como Ryan llega al presente: con 27.6 millones de suscriptores en su canal, una marca propia de ropa y juguetes que está valuada en 200 millones de dólares y una ganancia total de 29.5 millones de dólares en el 2020. Con estas exorbitantes cifras se coronó por tercer año consecutivo como el youtuber mejor pagado a sus nueve años de edad.
Tal vez con todo el dinero que tiene no pueda comprarse un dinosaurio, pero si se le antoja, podría comprar uno en tamaño real, hecho con piezas de LEGO o cualquier otro juguete que le plazca.