Al inicio de la era espacial, nuestra referencia cósmica más cercana, la Luna, el astro nocturno más conocido, se vio amenazado por las mentes militares que siempre ven en todo un blanco para sus proyectiles. Así es… Estados Unidos y Rusia compitieron por intentar destruirla con misiles.
La carrera armamentista de Rusia y los Estados Unidos llegó literalmente hasta la Luna en los años 60, y no se trató solamente de poner a un hombre en la Luna, sino de probar quién podría lanzar un mejor ataque atómico en un momento dado.
Los militares en los albores de la era espacial llegaron a creer que la Luna sería un campo de batalla para la Humanidad. Así, en esta competencia política, tecnológica y cuasi-perruna de “orinar el territorio”, los países en la Guerra Fría se pelearon por la Luna.
En algún momento, el General Brigadier Homer A. Boushey, dijo:
“Se ha dicho que ‘quien controle la Luna controla la Tierra’. Nuestros estrategas deben evaluar cuidadosamente esta frase, pues si es cierto, y yo creo que lo es, entonces los EE. UU. deben controlar la Luna”.
Una de las consecuencias de esa manera de pensar, fue que en 1958, a puerta cerrada, los líderes militares de ambos bandos simultáneamente planearon lanzar misiles nucleares a la Luna.
En lugar de dar un “pequeño paso para la Humanidad”, los estadounidenses y los rusos pensaban convertir en polvo el objeto de cuentos, canciones y poemas de enamorados. En Estados Unidos, el proyecto se llamó “A Study of Lunar Research Flights” (Estudio de vuelos de investigación lunar), y tenía como nombre secreto “Project A119”.
El físico Leonar Reiffel estaba a cargo del proyecto en el Armour Research Foundation of the Illinois Institute of Technology. De mayo de 1958 a enero de 1959, Reiffel produjo ocho reportes sobre la viabilidad del plan.
La intención era detonar una bomba tan grande como la usada en Hiroshima al filo del día y la noche. Su detonación iluminaría rápidamente la superficie lunar, y el Sol mostraría la esfera de polvo generada por la explosión. ¿Qué podría salir mal?
Esta demostración de poder se basaba en la idea de que los misiles nucleares eran capaces de llegar a un objetivo tan distante como la Luna, con una precisión de dos millas. Carl Sagan estuvo involucrado en el proyecto, pensaba que la explosión podría develar información sobre la vida microbial en la Luna.
Afortunadamente, nada de eso pasó. No hay una explicación de por qué se canceló el proyecto, pero es probable que no fuera bien visto. El proyecto era tan secreto, que Reiffel habló al respecto hasta el año 2000:
“Estoy horrorizado de pensar que un gesto así, para influenciar la opinión pública, haya sido siquiera considerado”.
Por su parte, Rusia tenía su propio plan. Era dirigido por el físico Yakov Borisovich Zel’dovich, y fue llamado E-4, como parte del programa para explorar la Luna.
Su objetivo principal era probar indiscutiblemente al Mundo, que la Unión Soviética era capaz de destruir la superficie lunar con un cohete.
Hubo planes detallados para ese proyecto e incluso se fabricó una nave. Era básicamente un contenedor con la carga dentro, rodeado de los cohetes de ignición. El proyecto tampoco llegó a consumar su ataque a la Luna por que los peligros de enviar un cohete nuclear al espacio eran muchos.
Si el cohete fallaba antes de alejarse lo suficiente, se produciría una explosión sobre el territorio soviético. Si fallaba más lejos pero antes de la Luna, podía causar daños a otro país, desatando una guerra.
Igualmente, podría quedarse orbitando sobre la Tierra, amenazando con regresar, sin control. El físico ruso también concluyó que era una mala idea y el programa se enfocó solamente en llegar a la Luna.
El punto final a estas investigaciones militares, se dio cuando se firmó el “Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes”, firmado por las Naciones Unidas, en 1967.
Lo más importante que establece el tratado, es que: “Los estados no podrán, entre otras cosas, apoderarse mediante reivindicación de soberanía, uso u ocupación del espacio ultraterrestre, la luna y otros cuerpos celestes”. Con esto, se terminó la carrera por adueñarse de la Luna, o destruirla en su caso, estableciendo igualdad de derechos sobre el espacio.