Si a cualquier niño le preguntan en dónde vive Santa Claus, seguramente dirá que en el Polo Norte, pero al parecer los pequeños de Nueva York conocen la otra dirección secreta de Papá Noel y cada año le envían cientos de cartas, que son recibidas por Jim Glaub y Dylan Parker.
Estos hombres se mudaron a un apartamento ubicado en la calle West 22nd en el barrio de Manhattan y los anteriores habitantes les explicaron que por alguna desconocida razón cada año suelen llegar cartas dirigidas a Santa Claus a esa dirección. No tenían idea de por qué pasaba esto, pero querían que Jim y Dylan lo supieran.
Lo extraño fue que a partir del 2010 estos hombres descubrieron que en noviembre el cartero había dejado en su buzón una carta escrita por un niño que tenía la dirección de ese sitio e iba dirigida a Santa.
Después llegaron un par de cartas más y cada día el número de estas iba aumentando. A finales de noviembre ya habían sobrepasado la centena y en diciembre ya tenían más de 400. Era muy extraño, por lo que decidieron abrirlas para averiguar si todo era parte de una broma o un engaño.
Entonces se dieron cuenta de que eran auténticas cartas de niños de bajos recursos y que la mayoría no pedía juguetes sino artículos de primera necesidad como cobijas, alimentos y ropa.
Jim y Dylan no sabían qué hacer para detener la llegada de las cartas, así que solo las fueron apilando en una mesa. Una noche tuvieron una reunión, sus invitados les preguntaron por qué tenían tantas cartas y ellos les explicaron lo que pasaba.
Los invitados se conmovieron por el contenido y dijeron que se llevarían varias cartas para ayudar ellos mismos a los niños que las escribieron. En ese momento a Jim y Dylan se les ocurrió convertirse en ayudantes de Santa.
Estos hombres crearon una organización llamada Miracle on 22nd Street (Milagro en la calle 22) para que las personas se conviertan en el Santa secreto de alguno de los niños de bajos recursos que mandan las cartas a esa dirección.
Ellos estuvieron haciendo esto durante los dos años que vivieron en Manhattan y ahora que se mudaron a Reino Unido continúan dándole seguimiento a las cartas que siguen llegando a su viejo apartamento. El nuevo inquilino les ayuda a guardarlas para que puedan organizarlas y ayudar a los niños que las escriben.
La tradición sigue hasta el día de hoy y aunque nadie sabe por qué los niños mandaban sus cartas a esa dirección, eso ya dejó de importar. Ahora cada año estos hombres ayudan a que los milagros de Navidad se hagan realidad.