Una habitación con baño propio, una nevera y hasta espacio para cocinar, además de un escritorio y una televisión, acondicionada con una cómoda cama y una vista hacia el bosque de abedules y pinos, con arbustos de arándanos suena como el lugar perfecto para ir de vacaciones, solo que esta vez se trata de la celda de un prisionero de Noruega.
Aunque puede resultar impactante para muchas personas, Noruega tiene varios años que cambió su modelo de presiones, pues antes ahí solo se cumplía una pena, pero ahora están enfocadas en la rehabilitación de los reclusos para insertarlos directamente en la sociedad. De esta manera, en un sistema donde la pena máxima es de 21 años, preparan la salida de los próximos vecinos desde el día uno.
Un ejemplo de este sistema es la prisión Halden Fengsel, donde los encarcelados tienen una vida digna. Aquí, los reos conviven con los oficiales de prisiones, juegan voleibol con ellos o disfrutan de una charla y una caminata. Por la mañana se levantan a desayunar y después van a trabajar, tienen una hora de descanso y después de su hora de salida pueden circular por las instalaciones hasta las 20:30 horas, que vuelven a ser encerrados.
Desde 1990, la ética del Servicio Correccional en Noruega ha cambiado. Warden Are Høidal, el gobernador de la prisión, considera que el sistema punitivo es una especie de “venganza”, por lo que con las rigurosas reformas, la prisión se volvió un lugar de rehabilitación en donde persiste la capacitación diaria y los programas educativos.
En la prisión, casi la mitad está dentro por delitos como asesinato, asalto o violación y un tercio de los condenados están por tráfico de drogas. Pero con este sistema, el director penitenciario enfoca los esfuerzos para dejar la violencia y el afinamiento a un lado. Pero, para sorpresa de las miradas internacionales, el sistema funciona y ha dado resultados.
No queremos ira ni violencia en este lugar. Queremos reclusos tranquilos y pacíficos.
Con la llamada “seguridad dinámica”, no existen los “guardias”, sino los oficiales que acompañan el proceso del recluso y ayudan a que se conviertan en mejores personas. Esto ha contribuido a que después de dos años de ser implementado, la reincidencia se redujo un 20 por cierto y llegó al 25 por ciento después de cinco años. Por otro lado, en Reino Unido, la tasa de personas que reinciden asciende al 50 por ciento.
En Halden Fengsel, los reos tienen actividades que los ayudan a desarrollarse como personas. Uno de los internos escribió un libro de cocina, mientras que todos pueden hacer uso de una cabina de audio con su propio equipo de producción, Criminal Records. Otros abrieron un coro y hasta ofrecen conciertos en Navidad y algunos más prefieren dedicarse a la costura y confección.
En Noruega, el castigo es simplemente quitarle la libertad a alguien. Los demás derechos se mantienen. Los presos pueden votar, pueden tener acceso a la escuela, a la atención médica; tienen los mismos derechos que cualquier ciudadano noruego. Porque los presos son seres humanos. Han hecho mal, deben ser castigados, pero siguen siendo seres humanos.
—Warden Are Høidal, gobernador de Halden Fengsel
Los policías
El trabajo de los oficiales que trabajan en la prisión es el de guardar el orden y el acompañamiento, aunque después de años dedicándose al servicio carcelario, poco hay que mantener cuando los prisioneros se comportan a la altura de las circunstancias. Casi la mitad del personal son mujeres y esto no ha sido impedimento para llevar las cosas en orden, pues no sufren acoso sexual y su palabra tiene tanto peso como la de cualquier otro oficial.
Existe una gran diferencia entre los oficiales de Noruega y de muchos países, pues aquí los elementos tienen una capacitación de entre dos y tres años, en la que presentan constantes exámenes de aptitudes. Todos dominan el noruego y el inglés, ya que un tercio de la población de la prisión no es nativa. De la misma manera, pasa pruebas físicas.
En su preparación estudian Derecho, Ética, Criminología, Inglés, Reinserción y Trabajo Social. Después tienen un año de prácticas en una prisión y regresan a hacer sus examínese finales. Esto marca una gran diferencia con los oficiales de Reino Unido, por ejemplo, quienes tienen una formación de 12 semanas antes de comenzar a realizar su trabajo en la prisión.
En nuestro sistema, los oficiales están bastante bien pagados y cuando un oficial sabe más sobre la ley, sabe más sobre cómo tratar con los reclusos y cómo evitar la violencia (…) Creo que existe un alto riesgo de corrupción con una capacitación corta.
De la misma manera, el número de empleados influye en el desempeño. Para 2019, el centro tenía 258 reclusos y 290 empleados; 190 de ellos son funcionarios de la prisión y el resto, talleristas, tutores, maestros y personal administrativo. Cada guardia tiene la capacidad de atender a tres reclusos de forma individual. Aunque parezca increíble, no se han presentado situaciones de violencia contra ningún integrante del personal.
Los costos
Esta es una prisión en donde los internos no intentan escapar, sino prepararse para la vida después de las rejas. Sin embargo, el costo de mantener un lugar así, que dista de parecerse a una cárcel y más a una universidad moderna, es alto. Tan solo el costo por reo es de 106 000 dólares, comparado al de 43 500 o 54 200 dólares de una prisión Categoría A en Inglaterra.
Para esta prisión de lujo, el recurso estatal es fundamental para subsistir con todos sus programas. En 2019, cuando la producción de petróleo en el Mar del Norte disminuyó, el gobierno proyectó los recortes en diferentes áreas, incluyendo las penitenciarias.
Si queremos calidad y resultados de primer nivel, necesitamos dinero.