Una batalla legal se libra en los tribunales alemanes después de que una pareja de jubilados denunciara el constante ruido que hay en la casa de sus vecinos. Es tanto el escándalo que dicen que ni siquiera pueden salir a su jardín o abrir las ventanas. El culpable: un gallo llamado Magda.
Friedrich-Wilhelm K., de 76 años, y su esposa Jutta K., de 77 años, tienen un problema de aves en su vecindario en la pequeña ciudad de Bad Salzuflen, al este de Alemania. La pareja de retirados denunció ante las autoridades a su vecino, ya que tiene un gallo que canta de sol a sol.
Los ancianos lidian con Magda desde temprana hora, pues dicen que el gallo “comienza a las 8:00 a.m. porque está encerrado por la noche, pero luego canta de 100 a 200 veces al día”. La familia tiene contabilizados los cacareos del gallo y han tomado registros diarios, que presentaron ante la Corte para defender su caso.
No es la primera vez que Friedrich y Jutta intentan hacer algo al respecto. Con anterioridad ya habían hablado con su vecino, pero no llegaron a resultados convincentes, por lo que llevaron su caso ante las autoridades en 2020 y, desde entonces, le han dado continuidad.
El cuidador de Magda, un hombre de 50 años llamado Michael D., compró en 2018 cinco polluelos con el propósito de comenzar a producir huevos, pero uno de ellos resultó ser un gallo. Michael defiende a su ave diciendo que es necesario para controlar a sus gallinas.
El vecino no entrega su gallo y tenemos que vivir con eso o tenemos que ganar en la corte.
—Friedrich-Wilhelm K.
Tosten Gieseke, abogado de la familia denunciante, afirmó que “un gallo no pertenece a una urbanización tranquila”. De acuerdo a los datos presentados, Magda canta a 80 decibelios, un volumen similar al de un restaurante concurrido o una calle con mucho tráfico, tan solo 10 decibelios menos que un soldador.
Friedrich y su esposa esperan que su situación tortuosa se resuelva en el Tribunal de Distrito de Lemgo, donde piden que Magda sea retirado definitivamente de la casa de su vecino. El jubilado agregó que hace dos años, un vecino se vio obligado a mudarse debido al constante canto, pero él ni su esposa tienen contemplado ese plan.