Los padres de David Werking, en Michigan, creyeron que le estaban haciendo un favor a su hijo cuando tiraron a la basura todo su material de entretenimiento adulto, pero jamás hubieran imaginado que él los demandaría… y mucho menos que ganaría el juicio.
Aunque le ayudaron a superar un momento muy difícil en su vida, este hijo ingrato consiguió entablar un pleito legal contra sus padres Paul y Beth, y lo peor es que consiguió salirse con la suya. Él les debe la vida, pero ahora ellos le deben miles de dólares por destruir su valiosa colección de películas y revistas para adultos.
En el 2016, David se divorció de su esposa y le pidió a sus padres que lo recibieran en su casa mientras él superaba la ruptura y encontraba otro lugar para vivir. Al ser unos buenos padres, ellos le abrieron las puertas de su hogar. Sin embargo, no estaban de acuerdo con que él tuviera una enorme colección de material para adultos.
Este hombre de 43 años tenía 1605 películas eróticas, más de 50 juguetes para adultos y muchas revistas con imágenes muy explícitas. Todo esto lo guardaba en 12 cajas y su colección tenía un valor aproximado de 29 000 dólares.
Después de vivir con sus padres durante 10 meses, David volvió a mudarse pero no encontraba su colección. Su padre Paul le dijo que ellos habían tirado todo a la basura y que lo hicieron por su propio bien. El hijo se molestó tanto que contrató a un abogado y demandó a sus padres por destruir sus pertenencias.
Este berrinche llegó a los juzgados y después de ocho meses de deliberación, el juez Paul Maloney, de Michigan, falló a favor de David. A pesar de que él estaba pagando una renta por vivir con sus padres, ellos no tenían derecho para disponer de las pertenencias de su hijo.
No hay duda de que la propiedad destruida era propiedad de David. Los acusados admitieron repetidamente que destruyeron la propiedad. Los acusados no citan ningún estatuto o jurisprudencia para respaldar su afirmación de que los arrendatarios pueden destruir la propiedad que no les gusta.
Ahora Paul y Beth no solo deben reponer el valor de la colección que destruyeron, sino que también van a cubrir los honorarios del abogado de su ingrato hijo. En suma, le deben pagar 30 441 dólares y todo por querer ayudarlo.
Ser padre se ha vuelto muy difícil en esta era donde importan más las pertenencias que la familia. Tristemente, la justicia es ciega y cuando se sabe aprovechar los huecos legales suceden estos extraños abusos.