Todos hemos soñado alguna vez que tenemos súper habilidades como Wolverine, Spider-Man, Hulk o cualquier otro superhéroe de cómics y películas, pero casi nadie hizo algo para obtener poderes mutantes.
Desafortunadamente sí hubo un chico de Inglaterra que puso su vida en peligro con tal de tener poderes magnéticos. Rhiley Morrison, de 12 años, vive en la localidad de Prestwich, en Manchester, y cuando mostró interés por la ciencia y la experimentación, le regalaron imanes en forma de esfera para que se divirtiera aprendiendo sobre los efectos del magnetismo.
Rhiley pensó que si introducía los imanes dentro de su estómago, tal vez los objetos metálicos se quedarían pegados a su cuerpo. Con esta idea en mente, comió los imanes de juguete para volverse “magnético”.
Pasaron cuatro días y él no notaba ningún cambio en su habilidad para atraer metales, pero sí se dio cuenta de que no expulsaba los imanes en el baño, por lo que fue con su madre, Paige Ward, para confesarle lo que había hecho con tal de convertirse en una especie de magneto humano.
Ella hizo lo que toda madre preocupada haría y llevó a su hijo al hospital para que le sacaran los imanes del estómago. Cuando los médicos le hicieron radiografías, vieron los grupos de imanes en su sistema digestivo y calcularon que tendría alrededor de 30 esferas dentro.
Rhiley entró al quirófano para una operación que duró cerca de seis horas. Le extrajeron 54 imanes del estómago e intestinos. Se trató de un procedimiento muy peligroso, pues los imanes pudieron haber chocado y desgarrado sus órganos. Afortunadamente no ocurrió algo tan grave.
Este chico sí tuvo que quedarse en el hospital por 10 días sin poder moverse debido a la fatiga intestinal. Además, no podía comer sin ayuda de una sonda ni tampoco moverse para ir al baño. Fue algo muy peligroso, pero él logró sobrevivir.
Su mamá reveló que Rhiley padece autismo y también fue diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Sin embargo, Paige dice que es una persona bastante funcional y aunque eso explica su extraña idea, ahora todos en casa van a tener más cuidado en sus juegos.
Al recuperarse por completo, este chico solamente dijo que no volvería a hacer algo así y que esperaba que nadie más quisiera intentar obtener poderes magnéticos.
Mi consejo es que nunca coman imanes, tírenlos a la basura, tírenlos y asegúrese de que no existan.
Obviamente todos quisiéramos tener las habilidades de Erik Lehnsherr, el Magneto de los X-Men, pero Rhiley nos demuestra que un mutante nace, no se hace, y menos comiendo imanes.