Tal vez uno de los sectores sociales más olvidados entre las minorías son las personas momificadas debido a que no suelen ser muy activas o vocales respecto a sus “derechos humanos” por el pequeño detalle de que no están vivas. Sin embargo, eso no ha detenido a la gente para indignarse en su lugar y considerar que el término “momia” es denigrante y ofensivo, por lo que las autoridades ya han tomado cartas en el asunto.
Los mandamases del célebre Museo Británico de Londres, uno de los más famosos y conocidos del mundo, han decidido que decirle “momias” a los restos momificados atenta contra su dignidad, por lo que ahora usarán el término “restos momificados”. También conocido por ser de los que más han saqueado el patrimonio cultural egipcio y haber tenido que regresar miles de artefactos robados del país a lo largo de los años, el museo inglés da un paso más hacia un mundo inclusivo donde las momi… queremos decir, los “restos momificados” pueden estar tranquilos de que sus derechos humanos serán respetados.
¿Ahora “momia” es una mala palabra?
La medida que ahora desalienta el uso del término “momia” para referirse a los restos humanos momificados ha sido aprobado tanto en el Museo Británico de Londres como en el Museo Nacional de Escocia y el Gran Museo Septentrional: Hancock, pero esto no quiere decir que “momia” sea en sí misma una mala palabra. Aunque su uso para referirse a los restos de personas identificadas en particular ya es censurado, el término sigue significando exactamente lo mismo, solo que ahora es mal visto e incorrecto referirse al cadáver de algún ser humano identificado con ese término.
La razón que se da para esto es que el término “momia” deshumaniza al individuo. Además, vincula a los cadáveres con monstruos, maldiciones y el pasado colonialista del Reino Unido. Las autoridades de los museos quieren que se respete el hecho de que los restos humanos que exhiben en sus salas alguna vez fueron personas. Aunque el término sigue siendo usado en algunas exhibiciones, cuando la identidad de los restos se conoce, se fomenta el uso del nombre del individuo en lugar del término descriptivo de los restos:
Para ser claros, la palabra ‘momia’ no fue prohibida y, de hecho, sigue siendo usada en varias de nuestras galerías, pero en exhibiciones más recientes ya empleamos preferentemente la expresión ‘Los restos momificados de…’ e incluimos el nombre de la persona momificada cuando lo conocemos. Se trata de enfatizar la idea de que los restos momificados pertenecieron a un ser humano que alguna vez vivió.
– Vocero del Museo Británico en Londres
Discriminación generacional de las pobres momias
La medida ha resultado bizarra y hasta divertida para diversos medios que no le encuentran utilidad alguna, pues, sin duda, hay otros asuntos más acuciantes en materia de derechos humanos que podrían estarse atendiendo en lugar de un “tecnicismo inútil” como el de “cuidar los sentimientos de las pobres momiecitas”, pero los representantes de los museos consideran que se trata de una medida necesaria para que el público entienda que las momias fueron alguna vez seres humanos.
La palabra ‘momia’ no es incorrecta, pero es deshumanizante, mientras que utilizar el término ‘persona momificada’ les ayuda a los visitantes a pensar en el individuo al que pertenecen los restos más que en los restos. Por lo tanto, hemos decidido dejar de utilizar el término ‘momia’ siempre que sea posible para referirnos en su lugar a ‘los restos momificados’ de un individuo particular, fomentando así verlos como las personas que fueron más que como restos que son.
– Vocera del Museos Nacional de Escocia, en Edimburgo
Fiestas de desenvoltura: Reino Unido tiene razones para disculparse con las “personas momificadas”
La verdad es que Reino Unido ha tenido un pasado bastante penoso en el trato de los restos momificados, porque durante el periodo de “egiptomanía”, el Imperio Británico se vio muy mal con el patrimonio cultural de Egipto, pues llevó a cabo prácticas deplorables. Allá por el siglo XII y durante unos 500 años, la mumia, un producto creado a base de los cuerpos momificados, era prescrita como medicamento. Si esto es raro, lo que empezaron a hacer a continuación es aún más bizarro.
En el siglo XIX, con el renovado interés en Egipto, los británicos victorianos organizaban fiestas de desenvoltura, donde no abrían productos de colección comprados por Amazon, sino que desenvolvían a las antiguas momias egipcias para diversión de los comensales, quienes se atracaban de vino y comida mientras se entregaban a su morbosa afición. Esas fiestas extrañas y penosas se llevaban a cabo en hogares privados, donde el público borracho solía ser ruidoso e irrespetuoso. Eventualmente, el evidente mal gusto y destrucción de muestras arqueológicas irreemplazables acabaron con la práctica, que es, sin duda, una mácula en la memoria inglesa, que la medida de tiempos modernos parece querer subsanar.