Hay ocasiones en las que parece que vivimos en el mundo de los opuestos, y quienes se arremangan para ayudar a las personas que menos tienen terminan siendo castigadas.
Cada año el restaurante La Lusitana Tasca, ubicada en Valencia, España, prepara mucha comida para los festejos de las tradicionales Fallas valencianas. Sin embargo, por la actual crisis sanitaria internacional, ese y otros eventos fueron cancelados, y el negocio no quería que sus alimentos se desperdiciaran.
Javier Márquez es el dueño de este establecimiento, y decidió que lo más prudente y benéfico para todos sería organizar a sus empleados y llevar la comida que de todas maneras no podrían vender, hasta las zonas más pobres de Valencia.
Él se puso en contacto con organizaciones caritativas locales y con las asociaciones Brúfol y Espai Veïnal Cabanyal, para repartir los alimentos a las familias vulnerables que están pasando por una fuerte crisis. En total lograron llevar comida a 84 personas de bajos recursos.
Pero este gesto humanitario no fue bien visto por las autoridades, y la policía se presentó en el restaurante. Los oficiales e inspectores dijeron que estaban cometiendo una falta a las restricciones de salubridad impuestas durante la pandemia. El dueño les explicó que no habían abierto el negocio, solo repartían la comida que ya tenían, pero eso no detuvo a los oficiales.
“Llegaron en tono amenazante, incluso faltando un poco al respeto. A una de mis empleadas que le explicaba la situación le gritaron que se callara y dejara de hacerse la buena samaritana, y a mí que harían lo posible porque no volviera a abrir mi negocio”.
Un mes después de este incidente, La Lusitana Tasca empezó a recibir multas, supuestamente por continuar operando normalmente durante la cuarentena. En suma, las multas tienen un total de 4,900 dólares.
Javier compartió esta situación en las redes sociales, y la comunidad le mostró su apoyo. La indignación y quejas fueron creciendo hasta que la noticia llegó al alcalde de Valencia, Joan Robó, quien dijo que tomaría cartas en este asunto.
En lugar de quedarse de brazos cruzados, gente como Javier están poniendo de su parte para ayudar a las personas vulnerables en esta pandemia; pero ese deseo humanitario no siempre lo entienden quienes solo se sientan a recibir sus cheques de gobierno. Esperamos que este absurdo se resuelva, y le mostramos al dueño de La Lusitana Tasca nuestro respeto.