Durante el periodo en que la esclavitud era practicada en algunas partes de Estados Unidos, un hombre tuvo una curiosa idea para liberarse: literalmente, se envió a sí mismo por correo hacia la libertad.
En marzo de 1849, un grupo de blancos en Filadelfia, abrieron una caja de madera donde, sorpresivamente, encontraron a un hombre negro. Era un esclavo de Virginia, quien había completado un viaje de 27 horas.
En una caja hecha a medida, de 1 metro de largo por 60 centímetros de ancho y 30 de profundidad, Brown aguantó un doloroso viaje de 560 kilómetros en barcos de vapor, trenes y carretas.
Antes de que los miembros de la Sociedad Antiesclavitud de Pensilvania abrieran la caja, uno de ellos tocó y preguntó: “¿todo está bien?”, y Brown contestó: “todo bien”. Luego abrieron la caja y liberaron a un contorsionado, exhausto y empapado Henry Brown, quien luego de salir se desmayó.
A los 15 años, Brown había comenzado a trabajar en una fábrica de tabaco. Mostró talento para el comercio y se veía que era inteligente. Eventualmente se le encargó entregar mensajes y hacer otros mandados.
Esa conexión con el mundo exterior fue vital para su escape. Brown vivía en constante temor y era azotado continuamente, además de que era objeto de abuso verbal y degradación constantemente.
La gota que derramó el vaso llegó cuando su dueño, a pesar de su promesa, vendió a su esposa embarazada y a sus tres hijos a una plantación en Carolina del Norte. Traicionado, deshumanizado y vejado, decidió que era suficiente.
Brown empezó a fraguar su plan. Conoció a un hombre blanco, Samuel Smith, quien, aunque era esclavista, accedió a ayudarlo con su escape por la suma de 86 dólares. Brown había logrado ahorrar 166 dólares en total.
Smith le ayudó a coordinar su escape y la entrega del “paquete” a sus amigos en Filadelfia. En su caja cargaba tres cosas: agua, algunas galletas y un pequeño taladro por si no eran suficientes los tres agujeros que le había hecho a la caja; en esta escribieron: “Este lado hacia arriba” y “Maneje con cuidado”.
La sugerencia fue ignorada completamente. En la oscuridad, el calor y la incomodidad, Henry Brown fue volteado y lanzado dentro de la caja. En su narración, relata las escenas de su viaje que parecen una comedia perversa.
En uno de los episodios, narra cómo escuchó a dos trabajadores decir que lo iban a dejar en el almacén, pero otro les insiste en que es un paquete “exprés” y debe irse ese mismo día. En otro, es almacenado de cabeza, verticalmente y narra cómo su cabeza y su cuello cargaron todo el peso de su cuerpo. Estuvo en esa posición por una hora y media, antes de escuchar a los pasajeros que usarían la caja para sentarse. Voltearon la caja para que les sirviera de banca, lo que alivió el tormento de Brown.
Más tarde, Brown sería uno de los impulsores del abolicionismo. Dio conferencias en Nuwva York, Boston y en todos los estados del norte. Luego escribió una autobiografía muy bien vendida y desde entonces se le conoció como Henry “Caja” Brown.