La baja tasa de natalidad en Japón es una realidad y conforme su población envejece, las escuelas japonesas empiezan a ser abandonadas, sobre todo las pertenecientes a los niveles de primaria y secundaria. Eso ha llevado a las autoridades a decidir qué hacer con el espacio ocioso en que se han convertido las “escuelas fantasma”.
En el país del sol naciente, los recursos son demasiado valiosos como para dejar que se desperdicien, tales como el terreno y las sólidas estructuras de las escuelas, así que son reacondicionados para convertirlos en sitios comunitarios, museos y hasta acuarios, donde la vida acuática aprovecha esos espacios que trágicamente han sido abandonados por falta de sangre joven que los aproveche.
Nostálgico proyecto: las necesidades de hoy con soluciones que recuerdan al ayer
Esta fue en alguna ocasión una escuela primaria y ahora se ha convertido en el ‘Acuario de la escuela abandonada Muroto’, en cabo Muroto, en la prefectura de Kochi. A pesar de que la escuela fue cerrada, conserva su belleza de antaño. La ambientación le da un aire de primaria y resalta la belleza de las exhibiciones.
Por medio del Ministerio japonés de Letras y Ciencia (MEXT o Monkashou por su contracción en japonés), que está bajo la dirección del Monbukagakusho (el equivalente japonés de la Secretaría de Educación Pública en México), se ha decidido sacar de lo malo lo bueno con un proyecto de rehabilitación que ha convertido múltiples espacios de anteriores escuelas para que funcionen como acuarios.
Las escuelas acuario se han vuelto populares con los turistas y los locales las apoyan
Nos gustaría que los visitantes sientan la nostalgia de la escuela, situada en un área de pesca. Nuestro acuario está orgulloso de su excelente ubicación y su gran variedad de especies, que la comunidad nos ha ayudado a reunir. Sin duda, nos alegra ver las sonrisas de los niños.
-Motoki Wakatsuki, administrador del acuario Muroto, antes escuela primaria
La popularidad de los acuarios que se han establecido en los sitios de antiguas escuelas ha ido despertando el interés del público, en especial el de los visitantes extranjeros, que ven los sitios como una ventana al pasado y al día a día de la vida japonesa. Tanto es así que durante el inicio de sus operaciones, allá por 2018, los acuarios de esta naturaleza lograron llamar hasta a 100 mil visitantes anuales, muy por encima de su estimado de 40 mil al año.
A pesar de que a veces las exhibiciones carecen de los grandes atractivos, como delfines o ballenas, más de 80 especies de peces con alrededor de mil ejemplares engalanan los pasillos y aulas de las antiguas escuelas, dándoles un espectáculo digno de observarse a los visitantes. Por si eso fuera poco, lo que no faltan son las tortugas, que son el plato fuerte de la experiencia.
Con el fuerte jalón turístico que representan, las personas que viven en la comunidad ven con buenos ojos estos desarrollos, sobre todo en áreas pesqueras como Muroto, donde los pescadores comparten algunas de sus capturas (un tiburón aquí, una tortuga allá) para enriquecer el acervo biológico de los acuarios escuelas, propiciando que tengan más visitas.
Una crisis de población y la lucha por no desperdiciar
Con un cierre de más de 350 escuelas al año en lo que va del milenio y unas 450 por año en promedio durante el periodo de 2002 y 2021, más de 8580 escuelas han dejado de fungir como tales en nivel secundaria y primaria. De entre esas instituciones, unas 6349 aún tienen disponibles y en condiciones operativas sus instalaciones, por lo que reutilizarlas se ha vuelto una necesidad para evitar el desperdicio.
Bajo el lema de mottainai (demasiado bueno para que se desperdicie), el gobierno japonés ha impulsado esfuerzos por convertir esos espacios vacíos en albergues, galerías de arte e incluso se han destinado a la industria del alcohol (sake) o exhibición y conservación de la fauna acuática. Alrededor de 5500 de esas más de 6000 instalaciones han encontrado ese tipo de usos, mientras que alrededor de ocho centenares de ellas siguen sin tener uso, ya sea porque no se les ha encontrado uno o porque están en un estado demasiado malo.